En psicología clínica, un "complejo de víctimas" o "mentalidad de víctima" describe un rasgo de personalidad de las personas que creen que son constantemente víctimas de las acciones perjudiciales de los demás, incluso cuando se les hace constar evidencia de lo contrario.
La mayoría de las personas pasan por períodos normales de simple autocompasión, como parte del proceso de duelo, por ejemplo. Sin embargo, estos episodios son temporales y menores en comparación con los sentimientos perpetuos de impotencia, pesimismo, culpa, vergüenza, desesperación y depresión que consumen la vida de las personas afectadas por un complejo de víctimas.
Desafortunadamente, no es raro que las personas que realmente han sido víctimas de relaciones físicamente abusivas o manipuladoras caigan presas de una mentalidad universal de víctima.
Complejo de Víctima vs. Complejo de Mártir
A veces asociadas con el término complejo de víctimas, las personas diagnosticadas con un "complejo de mártires" en realidad desean los sentimientos de ser víctimas repetidamente. A veces buscan, incluso alientan, su propia victimización para satisfacer una necesidad psicológica o como una excusa para evitar la responsabilidad personal. Las personas diagnosticadas con un complejo de mártires a menudo se colocan a sabiendas en situaciones o relaciones con mayor probabilidad de provocar su sufrimiento.
Fuera del contexto teológico, que sostiene que los mártires son perseguidos como castigo por su negativa a rechazar una doctrina o deidad religiosa, las personas con un complejo de mártires buscan sufrir en nombre del amor o el deber.
El complejo mártir a veces se asocia con el trastorno de la personalidad llamado "masoquismo", considerado como una preferencia y la búsqueda del sufrimiento.
En este sentido, los psicólogos a menudo observan el complejo mártir en personas involucradas en relaciones abusivas o codependientes.
Alimentados por su miseria percibida, las personas con un complejo de mártires a menudo rechazarán consejos u ofertas para ayudarlos.
Rasgos comunes de las víctimas del complejo de víctimas
Las personas diagnosticadas con un complejo de víctimas tienden a detenerse en cada trauma, crisis, enfermedad u otra dificultad que hayan sufrido, particularmente las que ocurrieron durante su infancia. A menudo buscando una técnica de supervivencia, han llegado a creer que la sociedad simplemente "lo tiene para ellos". En este sentido, se someten pasivamente a su "destino" inevitable como víctimas perpetuas como una forma de lidiar con problemas desde lo trágico hasta lo trivial.
Algunos rasgos comunes de las personas con un complejo de víctimas incluyen:
- Se niegan a aceptar la responsabilidad de lidiar con sus problemas.
- Nunca aceptan ningún grado de culpa por sus problemas.
- Siempre encuentran razones por las cuales las soluciones sugeridas no funcionarán.
- Ellos guardan rencor, nunca perdonan y simplemente no pueden "seguir adelante".
- Raramente son asertivos y les resulta difícil expresar sus necesidades.
- Creen que todos están "dispuestos a conseguirlos" y, por lo tanto, no confían en nadie.
- Son negativos y pesimistas, siempre buscan lo malo incluso en lo bueno.
- A menudo son muy críticos con los demás y rara vez disfrutan de amistades duraderas.
Según los psicólogos, las víctimas del complejo de víctimas emplean estas creencias "más seguras para huir que para luchar" como un método para hacer frente o evitar por completo la vida y sus dificultades inherentes.
Como señaló el científico conductista, autor y orador Steve Maraboli, “la mentalidad de la víctima diluye el potencial humano. Al no aceptar la responsabilidad personal por nuestras circunstancias, reducimos en gran medida nuestro poder para cambiarlas ".
El complejo de víctimas en las relaciones
En las relaciones, una pareja con un complejo de víctimas puede causar un caos emocional extremo. La "víctima" puede pedirle constantemente a su pareja que la ayude a rechazar sus sugerencias o incluso a encontrar formas de sabotearlas. En algunos casos, la "víctima" en realidad criticará erróneamente a su pareja por no ayudar, o incluso los acusará de intentar empeorar su situación.
Como resultado de este ciclo frustrante, las víctimas se convierten en expertos en manipular o intimidar a sus parejas para hacer intentos exhaustivos de brindar atención que van desde el apoyo financiero hasta asumir la plena responsabilidad de sus vidas. En este sentido, los acosadores, en busca de alguien para aprovechar, a menudo buscan personas con un complejo de víctimas como sus parejas.
Quizás los más propensos a sufrir daños duraderos por estas relaciones son las parejas cuya lástima por la víctima trasciende la simpatía para convertirse en empatía. En algunos casos, los peligros de la empatía equivocada pueden ser el final de las relaciones ya frágiles.
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