
Somos el dolor y la cura del dolor, ambos. Somos la dulce agua fría y la jarra que la derrama. Quiero abrazarte como un laúd de manera que podamos clamar con afecto ¿Prefieres lanzar piedras a un espejo? Yo soy tu espejo y aquí están las piedras Rumi.
Por: Jordi Mat Amorós
Jesse Eisenberg nos ofrece como guionista, director y actor coprotagonista una humilde joya cinematográfica a propósito de dos primos muy unidos que tras la muerte de su abuela viajan a Polonia para conocer el duro pasado familiar; una ficción sobre el sufrimiento real del pueblo judío en tiempos del genocidio nazi que es una invitación a la reflexión sobre la sensibilidad humana hoy en día –en especial la de los hombres- ante el creciente dolor del mundo En una entrevista concedida a RollingStone Eisenberg confiesa que en un principio pensó encarnar al inestable Benji pero que su hermana le sugirió que era un papel ideal para Kieran Culkin (sin duda lo es, su interpretación es extraordinaria). Así que Eisenberg acabó siendo su primo David, un padre de familia responsable que es la antítesis de Benji
Y el creador de A real Pain (2024) también explica que la historia narrada es en gran parte fruto de un anuncio que le llamó la atención: "Visitas guiadas a Auschwitz, con almuerzo". Una publicidad insensible que refleja la tristemente común insensibilidad social moderna del querer “visitarlo” todo desde la “cómoda” superficialidad, desde la distancia emocional de un estar breve para la foto –en ocasiones sonriente- evitando vivenciar realmente lo que hay aunque el drama subyacente nos toque bien cerca
Debo advertir que este análisis contiene spoilers
Drama versus comedia
Para nada es así en la visita final del grupo en el que viajan los primos a un campo de concentración polaco muy bien conservado. En esas impactantes escenas el respetuoso silencio que acompaña a las evocadoras imágenes es sin duda el mejor homenaje a tantas personas que allí sufrieron el horror nazi
Pero previamente se suceden las situaciones en que este modo distante moderno de acercarse al dolor humano se hace evidente, y en la mayoría de ellas es Benji quien cuestiona esa frialdad gracias a su natural sensibilidad al sufrimiento humano
Una sensibilidad a flor de piel que le es muy difícil de llevar y por la que ha sufrido crisis depresivas con intento de suicidio. Y una sensibilidad aguda que en sus momentos luminosos lo convierten en la persona más empática y divertida con la que compartirlo todo, en esos momentos consigue que el drama –su drama a flor de piel y el de los demás mucho más escondido- se aligere en sanadora comedia de la vida magistralmente escenificada.
Y por ese ser especial cambiante tan excelentemente mostrado, Benji provoca en los demás sentimientos muy contradictorios. Especialmente los provoca en David quien se debate entre el amor fraternal y el deseo de liberarse de un primo al que admira por su magnetismo y libertad vital (él que es tan insípido y estructurado) pero que le carga en demasía por su continua demanda de atención.
Más allá del retrato del sensible Benji que es dolor real como apunta el título, la película nos muestra la complejidad humana ante el dolor propio y ajeno a través del retrato de los distintos personajes del tour polaco todos ellos bien elaborados, desde el propio David quien poco a poco se desprende de máscaras impostadas hasta el bueno del guía que acepta agradecido las sugerencias del emotivo Benji.
Piedra
Cuando el grupo visita un bello cementerio, Benji propone poner piedras sobre la lápida más antigua siguiendo la tradición judía como respetuosa ofrenda a los muertos. Una idea que David hace suya al final –en su ya mayor apertura al sentir- cuando visitan la humilde vivienda de la abuela, es él quien propone a Benji colocar una piedra cada uno en el exterior junto a la entrada aunque finalmente tendrán que retirarlas ante la demanda de un vecino.
Y la simbólica piedra –del recuerdo y del honrar a los muertos, especialmente por su dolor- de David acabará en la entrada de su domicilio neoyorquino en señal de respeto tras un viaje que para él ha sido sanador. Otra cosa es Benji quien rechaza acompañar a su “más que primo” al hogar sumido como sigue estando en ese dolor real que le pesa como una gran piedra y que embarga su rostro en la impactante escena final en la que lo vemos solo rodeado de desconocidos.
Un sentir que entiendo se visualiza en la aparatosa mochila montañera que carga Benji en todo momento en contraste a las más ligeras de David y el resto del grupo. En ese simbólico cargar de alta montaña, la imagen de su vida extremadamente dura.