"La probabilidad es creciente”, advierte Juan Luis Cano, de la Agencia Espacial Europea."
Astrónomos monitorean el asteroide 2024 YR4 ante un posible impacto en 2032.
Por: José Daniel Figuera
Recientemente, la comunidad astronómica se ha visto sorprendida por la detección de un nuevo asteroide cercano a la Tierra, identificado como 2024 YR4. Este objeto, observado por primera vez el 27 de diciembre de 2024 mediante el telescopio ATLAS en Chile, tiene un tamaño estimado de entre 40 y 100 metros. Aunque la mayor cercanía a la Tierra ocurrió el 25 de diciembre, cuando pasó a 800,000 kilómetros de nuestro planeta, los científicos aseguran que es necesario seguir monitoreando su trayectoria.
La inquietud respecto al asteroide creció considerablemente a fines de enero, cuando el servicio Sentry de la NASA, encargado de monitorear posibles impactos, aumentó la probabilidad de colisión para el 22 de diciembre de 2032, con un 1.3% de chance. Este nivel de riesgo corresponde a un nivel 3 en la escala Torino, que clasifica el peligro de objetos cercanos a la Tierra en una escala del 1 al 10. Tan solo dos días después, la Agencia Espacial Europea (ESA) hizo pública una evaluación similar, que más tarde sería actualizada a un 1.6% de probabilidad.
A pesar de la creciente probabilidad, los científicos aún consideran que el riesgo es bajo. "Hay un 99% de probabilidad de que no impacte, y eso es lo que esperamos que suceda", afirmó Davide Farnocchia, del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA. Sin embargo, el riesgo actual de 2024 YR4 es el más alto que se ha detectado en años, superando incluso el de Apophis en 2004, que fue evaluado brevemente con una probabilidad de 2.7% de impacto en 2029. Los expertos esperan que, al igual que ocurrió con Apophis, nuevas observaciones confirmen que el asteroide finalmente pasará sin peligro. Sin embargo, las predicciones sobre YR4 muestran una tendencia opuesta.
Si bien el impacto de un asteroide de este tamaño no pondría fin a la vida en la Tierra, sería devastador. Según John Tonry, astrónomo de la Universidad de Hawái, la energía liberada en el impacto sería equivalente a una "bomba de 10 megatones", capaz de causar una destrucción regional masiva. "Todo lo que se encuentre dentro de los tres o cuatro kilómetros sería incinerado", señaló. Este tipo de impacto podría generar incendios en un radio de hasta 15 kilómetros, provocando un alto número de víctimas si las personas no logran evacuar a tiempo.
La naturaleza de YR4 también podría permitir que explote en la atmósfera superior en lugar de llegar a la superficie, lo que sería comparable al evento de Tunguska en 1908, cuando un asteroide o cometa explotó sobre Siberia, arrasando con 2,150 kilómetros cuadrados de bosque. Este tipo de explosión podría liberar una enorme cantidad de energía sin generar un cráter de impacto. Algo similar ocurrió en 2013 en Chelyabinsk, Rusia, cuando un meteorito de 20 metros de ancho causó numerosas heridas al estallar en la atmósfera.
Aunque no se puede precisar con exactitud el lugar donde impactaría el asteroide en caso de colisión, el astrónomo Daniel Bamberger, de Alemania, ha calculado una posible franja de impacto que abarcaría desde el océano Pacífico hasta el sur de Asia, pasando por América del Sur, África y el mar Arábigo. A pesar de este riesgo, los científicos siguen confiando en que los nuevos estudios confirmarán que el asteroide evitará la Tierra.
No obstante, la posibilidad de que YR4 se dirija hacia nuestro planeta en 2032 no debe ser ignorada. Según Richard Binzel, creador de la escala Torino, aunque una probabilidad del 1% puede parecer baja, el riesgo de un impacto podría aumentar si se confirma que el asteroide sigue una trayectoria más cercana. "Un nivel 8 en la escala Torino significaría una colisión inminente", indicó Binzel. Si las observaciones futuras muestran que YR4 sigue una órbita peligrosa, los esfuerzos para mitigar el impacto podrían ser necesarios.
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Las observaciones continuas de YR4 se han vuelto urgentes, ya que el asteroide se aleja de la Tierra y desaparecerá de la vista de los telescopios en abril de 2025. La próxima oportunidad para estudiar su órbita será en 2028, pero si el riesgo persiste, la comunidad científica debería estar preparada para considerar posibles medidas de mitigación, que podrían incluir misiones de desvío como la realizada por NASA en 2022. Sin embargo, si la deflexión no fuera viable, se deberían evaluar opciones como la evacuación en las áreas de impacto potencial.
Mientras tanto, la comunidad científica sigue recopilando datos cruciales para determinar con precisión el futuro de YR4. A pesar de la incertidumbre, las acciones coordinadas a nivel global para monitorear objetos cercanos a la Tierra están avanzando a buen ritmo.
En las últimas dos décadas, los esfuerzos para identificar y estudiar estos asteroides han alcanzado un nivel sin precedentes. "Todo lo que hemos hecho en los últimos 20 años está orientado a encontrar asteroides y evaluar las posibilidades de impacto", concluyó Juan Luis Cano, coordinador de defensa planetaria de la ESA.