El Mito de Edipo y la sabiduria | por Friedrich Nietzsche ~ Bloghemia El Mito de Edipo y la sabiduria | por Friedrich Nietzsche

El Mito de Edipo y la sabiduria | por Friedrich Nietzsche









"Es tan irracional en el sufrimiento como en la felicidad, se desgañita y no encuentra consuelo. ¡Cuán distintamente se comporta el hombre estoico ante las mismas desgracias, instruido por la experiencia y autocontrolado a través de los conceptos!" Friedrich Nietzsche 
 



Texto del filósofo alemán Friedrich Nietzsche del libro "Sobre verdad y mentira..."



Por: Friedrich Nietzsche
  
A la figura con más sufrimientos de la escena griega, al desgraciado Edipo, Sófocles lo entendió como el ser humano noble que, a pesar de su sabiduría, está destinado al error y a la miseria, pero que al final ejerce a su alrededor mediante su enorme sufrimiento una fuerza mágica y benéfica, la cual continúa produciendo efectos después de haber él fallecido.





El ser humano noble no peca, he aquí lo que el profundo poeta quiere decirnos: por su obrar acaso sucumban toda ley, todo orden natural, y hasta el mundo moral, pero precisamente por ese obrar se construye un círculo mágico más elevado de efectos, que fundan un mundo nuevo sobre las ruinas del viejo que ha sido derribado. Esto es lo que quiere decirnos el poeta, en cuanto es a la vez un pensador religioso […] ¡Edipo, el asesino de su padre, el esposo de su madre, Edipo, el adivino del enigma de la Esfinge! ¿Qué nos dice la misteriosa trinidad de estas acciones fatales? Hay una antiquísima creencia popular, especialmente persa, según la cual un mago sabio sólo puede nacer de un incesto: cosa que nosotros, con respecto a Edipo que adivina el enigma y que tiene por esposa a su madre, inmediatamente hemos de interpretar de la siguiente manera, que allí donde fuerzas vaticinadoras y mágicas deshacen el hechizo del presente y del futuro, la rígida ley de la individuación y, en general, la genuina magia de la naturaleza, allí antes ha de haber tenido lugar, como causa, una enorme infracción contra natura —como, en este caso, el incesto—; pues, ¿cómo se podría obligar a la naturaleza a entregar sus secretos a no ser mediante el hecho de que se le oponga victoriosamente  resistencia, es decir, mediante lo innatural? Este conocimiento lo veo expresado en aquella horrorosa trinidad de fatalidades de Edipo: el mismo que adivina el enigma de la naturaleza —de aquella Esfinge perteneciente a dos especies— tiene que infringir también, como asesino de su padre y esposo de su madre, los órdenes más sagrados de la naturaleza. Más aún, el mito parece querer insinuarnos que la sabiduría, y precisamente la sabiduría dionisíaca, es una atrocidad contra natura, que aquel que mediante su saber precipita a la naturaleza en el abismo de la aniquilación, también ha de experimentar en si mismo la disolución de la naturaleza. «El aguijón de la sabiduría se vuelve contra el sabio; la sabiduría es una infracción de la naturaleza»: tales son las horribles sentencias que el mito nos grita: el poeta helénico, no obstante, toca, como lo hace un rayo de sol, la sublime y temible columna mnemónica del mito, de manera que éste inmediatamente comienza a sonar —¡con melodías sofocleas! 
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