Noam Chomsky : ¿China superará a EE.UU.?

Noam Chomsky analiza el poder global y el rol de América Latina
"El verdadero poder está en las instituciones financieras globales, no en los Estados nacionales como entes unificados"


Por: José Daniel Figuera

En su análisis histórico, Noam Chomsky señala que la Segunda Guerra Mundial fue el punto de inflexión que convirtió a Estados Unidos en la potencia global dominante. Aunque ya poseía la economía más fuerte desde antes del conflicto, su influencia se limitaba al hemisferio occidental y al Pacífico. La guerra dejó a otras potencias industriales debilitadas o destruidas, mientras EE.UU. emergió controlando no solo su continente, sino también los océanos Atlántico y Pacífico con un poderío militar sin precedentes.

El rebalanceo del poder económico

Chomsky destaca que la posición dominante de EE.UU. alcanzó su cénit en 1950, cuando controlaba la mitad de la riqueza mundial. Sin embargo, este escenario cambió con la recuperación de Europa y Japón, sumado al proceso de descolonización. Para 1970, su participación en la economía global había retrocedido a alrededor del 25%, nivel similar al de la década de 1920. Aunque seguía siendo la potencia preponderante, ya no disfrutaba de la hegemonía absoluta de posguerra.

El filósofo subraya que este reajuste no significó un declive absoluto, sino un retorno a proporciones históricas más equilibradas. Las cifras, advierte, deben interpretarse considerando que la riqueza mundial total creció significativamente durante ese período. EE.UU. mantenía ventajas estratégicas en tecnología, capacidad militar e influencia cultural, pero ahora en un escenario multipolar.

América Latina: un giro histórico

Chomsky identifica un cambio radical en América Latina durante las últimas décadas. Por primera vez en 500 años, desde la conquista europea, la región está logrando integrarse y enfrentar sus problemas estructurales. "Eran países separados, cada uno orientado hacia Occidente", recuerda, destacando cómo ahora cooperan para resistir presiones externas.

Este proceso de integración, explica, ha creado una nueva dinámica geopolítica. La formación de organismos como UNASUR y CELAC ha permitido a los países latinoamericanos negociar colectivamente, reduciendo la capacidad de potencias externas para dividirlos. Chomsky ve en esto un desafío al tradicional dominio estadounidense en la región, aunque advierte que el camino sigue siendo complejo.

Además de la integración regional, Chomsky valora los esfuerzos por combatir la desigualdad histórica. América Latina, con sus vastos recursos naturales, "debería ser un continente rico", pero su riqueza siempre estuvo concentrada en "una élite reducida, mayormente europeizada y blanca". Los avances en redistribución y políticas sociales marcan, para él, un cambio significativo.

El mito del ascenso chino y el poder transnacional

Chomsky cuestiona las narrativas sobre el desplazamiento del poder hacia China. Explica que su crecimiento económico es en gran medida un espejismo: "China es sobre todo una inmensa planta de montaje". Las exportaciones chinas dependen de tecnología y componentes de Japón, Corea del Sur y Taiwán, en un sistema de producción regional donde China aporta principalmente mano de obra barata.

El filósofo desmonta la idea de los Estados como actores unitarios en la geopolítica. "El consejero delegado de General Electric y el conserje que limpia sus oficinas no tienen los mismos intereses", argumenta. El poder real, sostiene, reside en élites transnacionales -corporaciones e instituciones financieras- que operan más allá de las fronteras nacionales.

Este análisis lleva a Chomsky a una conclusión provocadora: el verdadero desplazamiento de poder no es entre naciones, sino desde los trabajadores globales hacia el capital transnacional. Las multinacionales estadounidenses, señala, se benefician del sistema de producción chino, mostrando cómo los intereses económicos trascienden las rivalidades geopolíticas tradicionales.

La visión de Chomsky ofrece una perspectiva crítica sobre las dinámicas de poder global, destacando tanto los cambios en América Latina como las continuidades en un sistema donde las élites económicas mantienen su influencia más allá de los vaivenes entre Estados nacionales.

Fuente: Artículo de Noam Chomsky en español

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