"La esperanza nos interesa solo como el camino que nos lleva hacia algo que ya conocemos, porque lo hemos tenido desde siempre y no estamos dispuestos a renunciar a ello." Giorgio Agamben
Artículo del filósofo Giorgio Agamben, publicado el 19 de febrero del 2024, en su columna en la revista "Quodlibet" bajo el titulo: Tramonto dell’occidente?.
Por: Giorgio Agamben
En los textos publicados en esta sección, a menudo se trata del fin de Occidente. Aquí es importante no malinterpretar. No se trata de la resignada – aunque lúcida y amarga – contemplación del último acto de un ocaso que Spengler y otros pseudoprofetas habían anunciado hace demasiado tiempo.
No les interesaba otra cosa que aquel atardecer, al final fueron cómplices y hasta complacidos con él, porque en las alforjas y cajas fuertes de su espíritu no quedaba absolutamente nada, esa era, por así decirlo, su única riqueza, cosa que hicieron. No quiero separarme de él. No hay costo para ser defraudado. Por eso Spengler pudo escribir en 1917: "Sólo tengo el deseo de que este libro pueda acercarse a las hazañas militares de Alemania sin ser completamente indigno de él".
A estos no les interesaba nada más que ese ocaso, al fin y al cabo eran cómplices e incluso complacientes con él, porque en las alforjas y las cajas fuertes de su espíritu no quedaba absolutamente nada, esa era por así decirlo su única riqueza, de la cual no querían ser despojados a ningún precio. Por eso Spengler pudo escribir en 1917: 'solo tengo el deseo de que este libro pueda estar cerca, sin ser completamente indigno, de las hazañas militares de Alemania'.
Para nosotros, por el contrario, la muerte de Occidente es la feliz utopía, algo así como la tierra removida y el desierto de arena, de los cuales nuestra esperanza necesita no para encontrar algún sustento, sino para apoyar los pies, esperando la primera oportunidad para arrojarlos en los ojos de nuestros adversarios.
La muerte de Occidente no nos ha privado de nada vivo y esencial, y la nostalgia, por tanto, está fuera de lugar. La esperanza nos interesa solo como el camino que nos lleva hacia algo que ya conocemos, porque lo hemos tenido desde siempre y no estamos dispuestos a renunciar a ello. Es el rayo de luz vertical, que se levanta del plano y sombrío horizonte de Occidente. Aquí solo puede morir quien ya estaba muerto, y vivir solo quien ya está siempre vivo.