Pierre Bourdieu: "Existe una censura invisible" ~ Bloghemia Pierre Bourdieu: "Existe una censura invisible"

Pierre Bourdieu: "Existe una censura invisible"









"En el caso de la sociología, sin embargo, siempre estamos caminando sobre brasas, y las cosas que discutimos están vivas, no están muertas ni enterradas" 
Pierre Bourdieu
 





Extracto de una entrevista realizada al filósofo y sociologo francés, Pierre Bourdieu, publicado en 1999.


¿Qué puede hacer el periodista comprometido?

El periodista puede hacer mucho, y si a veces soy crítico es porque pienso que tiene una enorme responsabilidad. Es unos de los personajes sociales más poderosos, aunque individualmente sea vulnerable. La prensa es un poder considerable que se cree crítico, una de las mitologías de la profesión porque la mayoría de periodistas son más bien conservadores. Además no tienen tiempo de leer libros. Cumplen muy poco el papel de descubridores, salvo algunas excepciones. En todo lo relativo al arte, el periodista medio, es decir influyente, de Le Monde des Livres por ejemplo, es una instancia de consagración de cosas mediocres, o de personas no mediocres pero consagradas desde hace cincuenta años.

¿Es posible un periodismo de investigación, un periodismo responsable que sortee la corrupción estructural que existe en el campo del periodismo.?



 



El periodista que descubre, que investiga complots o bien que hace investigaciones peligrosas sobre el terreno, es un mito. Algunos personas lo hacen, y cada vez más son mujeres. Como están dominadas, son ellas las que investigan las situaciones difíciles. El periodista del establishment, el periodista de Le Monde, de The Guardian, del New York Times, del País, es una persona que contribuye al mantenimiento del orden simbólico y de la visión dominante del mundo.


En el campo de los periodistas están por un lado los establecidos, y por otro los críticos marginados que luchan contra los que dominan en su espacio social. En Francia todavía quedan unos cuantos, sobre todo en Le Monde Diplomatique, Charlie Hebdo, Le Canard Enchaîné. Aunque cada vez hay menos. En mi juventud, si me hubieran dicho que el redactor jefe del Nouvel Observateur se iba a convertir en redactor jefe de Le Figaro me hubiera caído de espaldas. Y que ese mismo podía convertirse en director del Figaro Madame, es ya alucinante. Cosas así ocurren constantemente. Existe una homogeneización, y las condiciones económicas atenúan los efectos de lucha que hay en el campo. A los minoritarios de Le Monde Diplomatique se les acusa de iluminados, a los del Charlie Hebdo de sesentayochistas trasnochados, cuando su página económica es mucho más seria que la de Le Monde. Habría que crear periódicos, pero para ello se necesita un dinero que no tenemos. Conozco periodistas valientes, inteligentes que no tienen trabajo, o a los que se les paga para que no escriban. ¿Quiere esto decir que se trata de la coacción económica? No, no es tan simple, es la presión económica que se ejerce a través de la lógica propia de los campos humanísticos. Estos campos tiene sus propias leyes, sus competencias, sus confrontaciones. Y los periodistas tienen también los suyos en relación a los diferentes campos culturales. Ese juego, bajo presión, es cada vez más potente y modifica los otros juegos, y no sólo por la presión de la publicidad y de los grandes medios. Si por ejemplo, la economía coaccionara directamente el mundo jurídico todo el mundo protestaría. En el periodismo, como la presión de la economía pasa por mecanismos más sutiles el público la digiere mejor.


¿Los periodistas más jóvenes o más conscientes pueden abrir brecha a esta colosal censura?


En Francia, uno de los dramas es el de las diversas posiciones entre los periodistas precarios, con contratos de duración determinada. En general jóvenes que dicen: tengo un montón de ideas. Actualmente estoy preparando un número en Actes de la Recherche que incluye una investigación sobre el periodismo. En él muestro que se están haciendo cosas muy originales. Programas para niños, documentales de televisión, encuestas de investigación, reportajes. Todo esto está realizado por free lances que se pasan el día buscando temas, cómo venderlos y a quién. Pero estos esfuerzos están totalmente controlados, porque los recién licenciados no inventan con toda libertad sino en función de la idea de lo que va a gustar a las cadenas, incluidas las culturales, que excluyen infinidad de asuntos. Lo que estos free-lances proponen ya ha pasado por el filtro de la autocensura. Saben que no merece la pena cansarse proponiendo un tema sobre la corrupción de Jacques Chirac. Mi profesión me lleva a estudiar fondos de corrupción estructurales, es decir corrupciones en las cuales nadie es el sujeto, sino que se producen por la lógica del sistema. Es la estructura misma la que hace que eso sea así. Estamos inducidos a no decir, ni siquiera a pensar en decir. Existe una censura invisible. En este sentido podría haber alianzas formidables entre investigadores y periodistas.


¿Cree posibles estas alianzas?


En ellas estoy desde hace tiempo. Si por ejemplo tengo un proyecto de artículo sobre el sistema escolar pero no estoy al corriente de lo último que ha dicho el Ministro, o hay ciertos hechos que no puedo comprobar haciendo las verificaciones necesarias porque necesitaría unos años que no tengo, sería muy bueno que me pudiera partir el trabajo con un periodista. Juntos podríamos hacer cosas formidables, aunque para que estas alianzas pudieran prosperar tendrían que existir directores de periódico que las aceptaran. Respecto del periodismo mantengo enormes esperanzas.


¿Cómo se podría conjugar éxito comercial con calidad?


Es un problema difícil. Mallarmé, un poeta muy esotérico, ya se planteaba cómo producir cosas conforme a la lógica del microcosmos cultural lo más poéticas, literarias, científicas y artísticas posibles. Uno de los grandes obstáculos son las personas que están en contacto con el público pero que han perdido el contacto con la verdadera literatura o la verdadera poesía. Estas personas dificultan el esfuerzo para ofrecer al público lo mejor del microcosmos.


Sin embargo, hoy se producen más libros y estudios que en ninguna otra época, algunos de extraordinaria calidad.


Un poeta del siglo XIX afirmaba que hay gente que produce para el mercado y otros que crean su propio mercado. Si tomamos el ejemplo de la sociología cuanto mejor van las cosas más hay que saber para convertirse en sociólogo. En todos estos universos existe lo que los economistas llaman el derecho de admisión, que equivale a lo que cada uno tiene que pagar para ser miembro del mundillo. Cuando la ciencia avanza, el precio del derecho de admisión sube. Para ser filósofo verdadero, hay que tener hoy una gran amplitud cultural porque hay que conocer a la vez a los pragmatistas estadounidenses, a los filósofos vieneses, a tal o cual escuela. Las obras de este microcosmos que eleva el derecho de entrada son cada vez más completas, más conformes a la realidad, más bellas. Y al público no le llegan. Para reconocerlas existe el sistema escolar que transmite los instrumentos de comprensión pero lo hace con retraso y con grandes deficiencias. Estas obras son cada vez más universales e independientes y sin embargo no somos capaces de crear las condiciones de acceso. Hay gente que tiene el monopolio de lo universal y uno de los temas permanentes de mi obra consiste precisamente en decir que estas obras que aspiran a la universalidad estas monopolizadas por algunos, tanto en la producción como en su consumo. Así pues, una de mis consignas sería: universalicemos las condiciones de acceso a lo universal.



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