El susurro de las Cavernas | por José Daniel Arias Torres ~ Bloghemia El susurro de las Cavernas | por José Daniel Arias Torres

El susurro de las Cavernas | por José Daniel Arias Torres










"El mundo entero es un escenario, y todos los hombres y mujeres meramente actores. Tienen sus salidas y sus entradas; y un hombre en su tiempo interpreta muchos papeles." -  William Shakespeare.                           




  Artículo de José Daniel Arias Torres, Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana de Puebla.


 

Por: José Daniel Arias Torres 

Narrar la carne es narrar al mundo, el verbo convertido en hombre, vaya imagen poética es esa, la de Cristo. Sin importar si una persona está adscrita a la tradición judeocristiana, la Biblia es un archivo histórico, pero también una asombrosa literatura.

Entonces, ¿Qué es el mundo? El mundo, más allá del fenómeno físico y de las complejas paradojas que enfrentan a materialistas con idealistas, en un espacio de tierra y agua en el que cartesianos, platónicos, aristotélicos, marxistas y kantianos se debaten la supremacía de la verdad, ese mundo, perteneció mucho antes a los mitos y antes de ellos, a las danzas cavernarias, a las pinturas rupestres y a los prototipos guturales de nuestro refinado -aunque aún incompleto- lenguaje.

Este es un ensayo aventurero, tan heroico como antagónico, dracónico, bestial, aristócrata y plebeyo. Aquí se propondrá que el mundo es por sus narraciones, sobra decir que las narraciones son por el mundo, al menos en esta lógica mítica. 
Ya lo señalaba Jean François Lyotard, “¿qué hacen los científicos en la televisión, entrevistados en los periódicos, después de algún «descubrimiento»? Cuentan una epopeya de un saber perfectamente no-épico. Satisfacen así las reglas del juego narrativo [...]” (Lyotard, 1991: 25), otra forma de decir, que la narración es el andamiaje expresivo natural del ser humano -debido a la estrechez de espacio para la elaboración de este texto, no entraremos en el debate de si el lenguaje debería ser definido como natural o cultural- y que las narraciones son la pieza fundamental de la comunicación, incluso en la transmisión de saberes que en apariencia no son narrativos.

Ver a un docente de la física más ruda y cruda abordar al salón de clases para contar una historia sobre el átomo, es ver a un narrador de historias del lenguaje físico, un brujo o bruja que recita antiguos grimorios, un alquimista, que transforma una realidad abstracta en narraciones. Sin duda el código genético es tan importante como el código narrativo para ser humano.



La literatura es un arte, pero también es una ciencia y mucho más que eso, es magia. La modernidad en apariencia se despojó del mito, la posmodernidad parece haber creado múltiples certezas. El levantamiento de un gran relato y el derrumbamiento de otro, en términos narrativos, es idéntico a la imposición de ídolos y a la destrucción de otros, claro, el pensamiento es más crítico al estar enriquecido por la historia, y hoy no derrocamos a Huitzilopochtli para imponer a Cristo junto a todas las implicaciones ontológicas que eso tiene, hoy derrocamos a las verdades de Marx y Kant para imponer el imperio de la interpretación y de la virtual eliminación de “la verdad”.(1)

Esta estación humana parece estar resuelta a derribar todo mito al concebirlo como dañino para el pensamiento crítico, pero el derrumbamiento del mito, tiene por semilla a la narración, por lo que su derrumbamiento, implicaría la anulación del ser humano, algo imposible de hacer en este sentido en tanto seguimos hablando y contando historias. El asedio y ataque al mito ha sido constante, en las primeras civilizaciones humanas tenemos a mitos atacando a mitos, en las épocas ilustradas y racionales, tenemos filosofía y ciencia atacando a mitos, en las sociedades postindustriales tenemos narraciones atacando a los mitos en los que se convirtieron las grandes verdades ilustradas.
 
El mito forma parte fundacional de la narrativa humana, la creación narrativa de dioses, héroes, villanos, maestros y destinos, se puede ver tanto en Edipo o Ícaro, pasando por los hermanos quiches Ixbalanqué y Hun-Hunahpú, hasta  en Oppenheimer. El camino de héroe de Joseph Campbell, está presente en nuestra epopeya del día a día, esta estructura narrativa a la que estamos predispuestos como especie, es parte de lo que Carl Gustave Jung denomina arquetipos “Esta denominación es útil y precisa, pues indica que los contenidos inconscientes colectivos son tipos arcaicos o -mejor aún- primitivos.” (Jung, 1970: 11).

Pero sin tener nosotros que viajar a los continentes oníricos y metalingüísticos del arquetipo, más bien los invocaremos en algo más material: La literatura.

La literatura no solo es propensa a caer en un modelo narrativo arquetípico, sino que es capaz de convocar al arquetipo hasta su realidad, no solo como secuencia narrativa, sino como signo/cosa visible de la misma. Vayamos al cuento del talentoso escritor mexicano Carlos Fuentes, Chac Mool: Filiberto, un burócrata -personaje epítome de la modernidad “post-mítica”- es abordado por las fuerzas narrativas e invisibles del mito, él es atraído hasta la órbita de lo arcaico que a pesar de no verse de forma evidente en las grandes urbes, no ha dejado de habitar entre nosotros y en nosotros. 

Filiberto es víctima del Chac Mool y de sus fuerzas arcaicas atrayentes, figura de piedra prehispánica que poco a poco comienza a desvanecer la frontera entre lo mítico y lo real, entre la narrativa fantástica y la cotidianidad. Chac Mool, emprende un proceso a la inversa del dios cristiano, deja de ser tótem para hacerse carne y exige su tributo. Filiberto, al final, de manera simbólica, pasa a convertirse en el cuerpo inerte que envejecerá abandonado en el sótano, tal como al inicio del cuento parece estar destinado el Chac Mool. 

Diferentes interpretaciones pueden hacerse sobre este cuento, pero la mayor enseñanza es que sin importar qué tan ilustrados, racionalizados o deconstruidos estemos como cultura, las fuerzas míticas y arcaicas seguirán atrayendo al ser humano, a su literatura y a su ensayo de la vida, no existe tal cosa como una frontera entre lo fantástico y lo real, el mito es solo un rostro más del mundo.

Por otro ángulo, Frazer también nos comparte diversos ritos y tradiciones humanas que van desde las más mágicas, como las danzas que imitan la lluvia para evocarla, hasta ceremonias que hacen uso de un trabajo de abstracción más intenso como la personificación espiritual de un animal que habita en las siembras y que las protege, muchos son los ejemplos que Frazer usa en La rama dorada, pero a interés personal traigo a este texto el siguiente rito: 

Durante la temporada de cosecha, en distintos puntos de Europa se cree que el espíritu del lobo habita en los sembradíos.

Al que corta el último haz le nombran "lobo" o el "lobo del centeno", si es de centeno la cosecha, y en muchas partes de Mecklemburgo tiene que consentir en mantener su carácter lupino pretendiendo morder a los demás campesinos y aullando como un lobo.” (Frazer, 1981: 210)

El espíritu del lobo es travieso, aunque también es protector de las cosechas, este rito anual en el que las personas asumen roles psicóticos que se asemejan a la posesión de la persona por el espíritu, no hacen, sino confirmar que la línea realidad/mito es meramente narrativa, pues en nuestra cotidianidad la fuerza de las figuras narrativas nos constriñe.

La literatura fantástica, que tanto actualiza a los arquetipos míticos a los nuevos formatos, es una narración más entre narraciones, tan importante y válida como cualquier otra, en tanto en ella se encuentran articulaciones del lenguaje que delatan algo más allá del lenguaje transparente, es el lenguaje de las ensoñaciones, de los secretos y fuerzas primitivas que nos susurran historias desde el rincón de nuestro nacimiento como especie. 

(1) La posmodernidad, que se caracteriza por su aparente abundancia de interpretaciones, no deja de ser un momento histórico que erige a la falta de una verdad como verdad, algo irónico.


Obras consultadas

Lyotard, Francois. (1991). La condición postmoderna. Ediciones Cátedra S.A. Argentina.

Popol Vuh. (1979). Fondo de Cultura Económica, México.

Jung, Carl. (1970). Arquetipos e inconsciente colectivo. Paidos. Buenos Aires.

Frazer, James. (1981). La rama dorada. Fondo de Cultura Económica, España.


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