Noam Chomsky: "He sido acusado de todo" ~ Bloghemia Noam Chomsky: "He sido acusado de todo"

Noam Chomsky: "He sido acusado de todo"








"Se trata de si el mundo seguirá siendo dominado por un imperio occidental o si permitirá que múltiples centros de poder coexistan y colaboren para abordar los desafíos comunes." por Noam Chomsky 


  

Transcripción de un coloquio entre Noam Chomsky y estudiantes de la Universidad Centroamericana (UCA) en Managua. Luego de una Conferencia tituada "Sobre el poder y la ideología"
 







Pregunta: Sentimos que usted, a través de lo que dice y escribe, es nuestro amigo, pero al mismo tiempo habla del imperialismo norteamericano y del ruso en la misma vena. Le pregunto, ¿cómo puede usar los mismos argumentos que usan reaccionarios tales como Octavio Paz, Vargas Llosa, etc.? 

Noam Chomsky: He sido acusado de todo, y, por tanto, eso incluye el de ser un demagogo. Según mi experiencia personal, hay dos países en los cuales mis escritos políticos no pueden, básicamente, aparecer. Uno es Estados Unidos; en los medios de cierta importancia, aparece con muy raras excepciones. El otro es la Unión Soviética. Personalmente, no querría ser asociado con Vargas Llosa, Octavio Paz y el resto. Pienso que lo que debemos hacer es tratar de entender la verdad acerca del mundo. Y la verdad acerca del mundo es generalmente bastante fea. Una de estas verdades es que hay dos superpotencias: una, un enorme poder que ha plantado su bota en la nuca de ustedes; y otra, un poder más pequeño que ha plantado la bota en la nuca de otras personas. De hecho, estas dos superpotencias cooperan tácitamente para controlar gran parte del mundo. Mi preocupación principal la constituye, esencialmente, el terror y la violencia llevados a cabo en mi propio país, por dos razones. Primero porque sucede que es el mayor componente de la violencia internacional. Pero también por otra razón mucho más importante, porque puedo hacer algo acerca de ello. De modo que aun si Estados Unidos fuera responsable de solo el 2% de la violencia en el mundo en vez de serlo de la mayor parte, en primer lugar, yo me sentiría responsable por ese 2%. Y este es un simple juicio ético. Es decir, el valor ético de las acciones de cada uno depende de sus consecuencias anticipadas y predecibles. Es muy fácil denunciar las atrocidades de otros. Eso tiene tanto valor ético como el denunciar las atrocidades que tuvieron lugar en el siglo XVIII. Lo importante es que las acciones políticas útiles y significativas son aquellas que tienen consecuencias para los seres humanos. Y estas son, abrumadoramente, las acciones en las cuales uno tiene algún modo de ejercer influencia y control: para mí estas acciones son las norteamericanas. Pero también me importa el protestar contra el imperialismo soviético, y también explicar sus raíces en la sociedad soviética. Pienso que si alguien en el Tercer Mundo se hace ilusiones sobre este asunto estará incurriendo en un grave error. 

Pregunta: ¿Fue Stalin hostil a Mao? 

Noam Chomsky De hecho Stalin apoyó a Chiang-Kai Shek en contra de la revolución China. La subsecuente y más bien breve alianza fue en parte el resultado de la política estadounidense. Estados Unidos tenía que escoger entre dos medidas políticas después de 1949. Una era adoptar una postura militante y agresiva hacia China y tratar de arrojarla en brazos de la Unión Soviética; esa era la política de «los halcones». La propuesta de «las palomas» era tratar de entrar en relaciones comerciales e industriales con China y poco a poco absorberla dentro de la esfera norteamericana. «Las palomas» alegaban que el poder norteamericano era tan enorme y China tan débil, que si entrábamos en relaciones pacíficas con ella podríamos dar marcha atrás a la revolución china y traerla dentro del sistema estadounidense. Cada una de estas posiciones estaba representada por una parte sustancial de comerciantes norteamericanos y, de hecho, el debate continuó en los círculos de la empresa privada hasta principios de los años cincuenta. Observen que ambos tenían las mismas metas. La meta era asegurarse de que China quedara reincorporada a la Gran Área. Diferían en las medidas que debían emplear para lograr este fin. Bien, «los halcones» ganaron el debate y hasta 1970 Estados Unidos se comprometió con una política muy hostil hacia China y trató con ahínco de asegurar que China quedara subordinada a la Unión Soviética. En 1960 ya era totalmente obvio que China y Rusia eran muy hostiles; esta hostilidad se desarrolló durante los años sesenta hasta que finalmente estuvieron a punto de entrar en guerra. A lo largo de ese período los planificadores norteamericanos pretendieron negar la realidad; algunos sostenían que se trataba simplemente de un ardid para engañar a Estados Unidos. Lo cierto es que era necesario que China quedara subordinada a Rusia para así justificar nuestra política hostil hacia ella, y, por tanto, los hechos, perfectamente obvios, no importaron en absoluto. Ya en 1970, los planificadores estadounidenses empezaron a darse cuenta de que esta política no funcionaba y fue entonces cuando Nixon y Kissinger cambiaron radicalmente, es decir, trataron de incorporar a China dentro del sistema norteamericano por medio de la diplomacia, el intercambio, las relaciones comerciales, etc., para así usarla en la confrontación norteamericana con la Unión Soviética. De hecho, esa política sigue vigente hasta hoy; de modo que, por ejemplo, China apoya a Pol Pot, quien ataca a Camboya desde sus bases en Tailandia, y esta es parte de la alianza norteamericana planeada para hacer que Camboya y Vietnam sufran tanto como sea posible. 


Pregunta: ¿Cómo es posible que las élites inteligentes de Estados Unidos no sean gente que simpatice con los movimientos de protesta, teniendo en cuenta que las masas en Estados Unidos son víctimas de la propaganda de los medios y de la desinformación en la televisión, etc.? ¿Cómo puede explicar este hecho? 


Noam Chomsky: Nosotros somos en nuestra mayoría intelectuales, y a los intelectuales les gusta considerarse como muy inteligentes y muy ilustrados. Y, por supuesto, los intelectuales escriben la historia y hacen la sociología. De modo que en el cuadro del mundo que presentan los intelectuales las estúpidas masas son ignorantes y no entienden nada, mientras que ellos son finos, inteligentes, éticos y de mucha visión. La gente que es lo suficientemente sofisticada para aplicar el análisis de clase y de llegar a las raíces de las acciones, debiera aplicar la misma clase de análisis a los intelectuales y a sus intereses. Por tanto, tenemos que preguntarnos si, de hecho, los intelectuales son en realidad ilustrados, libres, éticos, etc., mientras las masas son terriblemente ignorantes y no entienden nada. Creo que la historia muestra que con frecuencia esto no se da. En el siglo pasado en particular, hubo un período en el cual la intelligentsia se desarrolló como una categoría más o menos identificable en las sociedades modernas; los intelectuales han tendido a verse a sí mismos como directores, ya sea directores industriales, directores del Estado o directores ideológicos. Esa ha sido la tendencia general entre la intelligentsia; ese es el interés que ella espera satisfacer. Y eso, dicho sea de paso, es válido en las sociedades capitalistas del Occidente, en las así llamadas sociedades «socialistas» (que no son socialistas, en mi opinión), y en el Tercer Mundo. Tenemos que preguntarnos qué clase de imagen del mundo han creado estos intelectuales y por qué. Los intelectuales han creado una imagen de una masa estúpida que debe ser conducida por ellos mismos. En realidad, lo que a menudo encontraremos es que los intelectuales, las clases educadas, son las más indoctrinadas, las más ignorantes, la parte más estúpida de la población, y hay muchas buenas razones para ello. Básicamente, dos razones ante todo: como parte letrada de la población, están sujetos al peso de la propaganda. Hay una segunda razón, una razón más importante y más sutil. Concretamente, ellos son los directores ideológicos. Por tanto, deben internalizar la propaganda y creerla. Y parte de la propaganda que han desarrollado es que ellos son los líderes naturales de las masas. Algunas veces eso es verdad, pero a veces no lo es. En la sociedad estadounidense hay muchas encuestas. La razón de esto es que los comerciantes quieren entender muy bien el sentir popular; así, tenemos mucha información acerca de las actitudes populares, dividida por sectores de la población, etc. Cada año la encuesta Gallup, una encuesta importante, pregunta a la gente, ¿piensa usted que la guerra de Vietnam fue un «error» o piensa que era «fundamentalmente injusta e inmoral»? Entre la población en general, más del 70% respondió que era «fundamentalmente injusta e inmoral». Entre los grupos que ellos llaman «líderes de opinión», que incluyen gente como los clérigos, solo cerca del 40% pensaba que la guerra era «fundamentalmente injusta e inmoral». Entre la élite intelectual, otros estudios muestran que la abrumadora mayoría la consideró solo como un error, aun en el punto álgido de la guerra. Eso no es poco común. Podemos confundirnos en esto porque a menudo fueron los intelectuales quienes se opusieron abiertamente a la guerra. Hacían los discursos y escribían los artículos, pero, de hecho, eran solo unos pocos y como en el caso de casi todos los movimientos populares, los activistas eficaces a nivel popular son desconocidos para el público en general o para la historia. Pienso que esto es generalmente verdad, y es un hecho con muchas implicaciones para la política social y para muchos de sus dominios. 

Pregunta: Hacia el final de su presentación aquí, se mencionaron las aldeas estratégicas de Vietnam, aunque usted no empleó ese término en particular. He tenido también documentación y he leído hace poco sobre el reasentamiento para la defensa en las tierras altas de Perú, que, en realidad, ha servido al mismo propósito, y el mes pasado tuve la experiencia interesante de estar en un «pueblo de desarrollo» (a model village) en el norte de Guatemala que sirve básicamente para el mismo propósito: el de absorber la población sin tierra para eliminar el apoyo de la guerrilla y eliminar a los posibles individuos que pueden estar metidos en el movimiento guerrillero. Me gustaría saber si usted tiene información sobre la planificación de esta clase de estrategia, ¿dónde se desarrolló, y si ha sido llevada a cabo con los mismos propósitos en otras partes del mundo? 


Noam Chomsky: Este tipo de medida política, de una u otra forma, se remonta bastante atrás en la historia. Por ejemplo, los ingleses usaron algo parecido en la guerra Boer, en África del Sur, a principios de siglo. La versión moderna es más sofisticada. La desarrollaron ampliamente los británicos en Malaya, en los años cincuenta, al aplastar una insurrección campesina. Y la idea fue trasladada, de hecho, empleando a los mismos consejeros británicos, a Vietnam, en los años sesenta. Yo no usé el término oficial, «aldeas estratégicas», sino más bien el de «campos de concentración», porque pienso es más apropiado para Vietnam. Se hizo el intento  de llevar cerca de siete millones de personas a campos, en los cuales estarían rodeadas por alambres de espino, en los cuales las personas estarían controladas por la fuerza. Esto funcionó en Vietnam. La gente que lo planificó se quejaba de que nunca consiguieron limpiar a los guerrilleros. Los expertos en contrainsurgencia del gobierno de Kennedy —Roger Hilsman, por ejemplo— dijeron que los campesinos en los campos de concentración no podían hacer una «elección libre» porque los cuadros del Viet Cong no habían sido asesinados. Es algo muy parecido a las «elecciones libres» en El Salvador. Primero se mata a la oposición, después se tienen elecciones libres. Es la misma idea. La idea se ha desarrollado y refinado exactamente como dice usted. Una de las principales operaciones tiene lugar en Guatemala, donde ha habido consejeros de muchos países: aparentemente, los generales nazis, de Argentina, de Israel y de otros lados. Una parte de la campaña de contrainsurgencia ha sido simplemente la masacre, la cual estaba muy extendida; la otra consistía en poner a la población en campos de concentración, llamados «aldeas modelo» o «polos de desarrollo». De hecho, podría enumerar muchos otros ejemplos donde ocurre lo mismo. Me referiré a uno más, en otra parte del mundo. Antes mencioné la guerra de Timor. Esta fue una invasión indonesia, apoyada por Estados Unidos. La víctima fue otra potencial manzana podrida, un país chiquito que ganó su independencia cuando el imperio portugués se derrumbó y empezó a llevar a cabo moderadas reformas sociales y de desarrollo nacional. De inmediato, Timor fue sometido a un ataque indonesio muy brutal, apoyado y armado por Estados Unidos. Cerca de una cuarta parte de la población fue asesinada y la mayoría de los sobrevivientes ha sido puesta en campamentos de reasentamientos, en los cuales puede ser controlada. Esta es una medida política muy natural para un Estado agresor, y, por supuesto, están aprendiendo a hacerlo cada vez mejor. Podemos estar seguros de que es un patrón que se repetirá en el futuro. 

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