Alan Touraine y las luces de la razón. ~ Bloghemia Alan Touraine y las luces de la razón.

Alan Touraine y las luces de la razón.





Por: John Piedrahita 

La esencia de la ideología occidental encuentra sus inicios con el aparecimiento del capitalismo y por lo tanto con el surgimiento de la modernidad. El inicio de la Revolución Francesa en 1789, halla su fortaleza ideológica con el pensamiento ilustrado, que había empezado a poner en cuestión todos los conceptos difundidos en el feudalismo, mismo que se sustentaba en la idea de la divinidad y a través de la Institución de la Iglesia y del poder político monárquico. 

Alan Touraine, mencionó que una de las características de la modernidad fue separar las esferas de lo social, ya que de esa manera se podía controlar instrumentalmente y de una manera más eficaz a la sociedad, es lo que han denominado autores de la Escuela de Frankfurt y el mismo Touraine como la “racionalidad instrumental”. Por lo tanto, con la diferenciación de los diversos sectores e instituciones de la sociedad, la modernidad puede atender a fines más productivos e instrumentales, para los cuales fueron renovadas dichas instituciones modernas,  ya sea la política, la economía, la familia, la religión, el arte, etc. 

Este proyecto de la racionalidad instrumental, se ejerce desde un tipo de actividad específica, por lo cual no permite que se realice cualquier proyecto social o unificador de las diferentes esferas de lo social, así como de las diversas instituciones de la modernidad. He aquí, que desde el inicio de la modernidad, se trató de separar la esfera de lo político –es decir el Estado-, con la esfera de lo social –la sociedad civil-. Por esta razón, para Touraine, la modernidad necesita que la vida pública –la política- y la vida privada –la familia y todas las creencias individuales de los sujetos- se encuentren separadas. 

Uno de los elementos revolucionarios, que propusieron los ilustrados en el siglo de las luces, fue sustituir la idea de que en el centro del universo estaba Dios y se le dio un papel protagónico al ser humano en la realización de su propia vida, así como en la creación de la ciencia. De ahí que la idea de la modernidad está fuertemente asociada con la idea de la racionalización. La razón sería el elemento que liberaría a los seres humanos del oscurantismo al cual los había sometido la Iglesia y el sistema feudal y doto de entendimiento a los seres humanos para ser los actores principales de su destino, eliminando el determinismo o la idea de que todo ser humano ya tiene un destino fijado por Dios o un rol específico dentro de la sociedad. Para Alan Touraine, renunciar a la razón es desconocer el proyecto de la modernidad. 

Desde la perspectiva de Touraine, la particularidad de la modernidad es pasar de las ideas más simples a una sociedad completamente racional, en donde la razón sea quien organice la actividad técnica y científica, la administración del estado de cosas, así como el gobierno de los seres humanos. No se puede entender la idea de la racionalización, sin la secularización, la modernidad nace siendo critica a los principios ideológicos de la Iglesia Católica, por lo tanto toma distancia de los fines últimos que promueve el cristianismo, como la vida eterna o la espera de un Mesias. La secularización es un proyecto moderno, racional y humano, porque carga de autonomía al ser humano a través de la razón y le muestra que los fines últimos deterministas, son conceptos y categorías trascendentales irracionales. 

Aunque luego de la revolución francesa el proyecto de la modernidad (por medio de la racionalización) intentó ser global, la propia modernidad se ha encontrado con resistencia en algunos estados-nación en donde la modernidad ha querido penetrar. La religión, la tradición, las figuras políticas mesiánicas y actores sociales que se oponen al proyecto de la modernidad, han sido las causas para que la modernidad no logre ser un todo acabado y resuelto, inclusive en el siglo XXI. Pero, ¿Por qué si el proyecto de la modernidad pretendió ser liberador para los seres humanos, los mismos sujetos se resisten a aceptar la modernidad? Esta interrogante solo puede ser resuelta mediante el análisis de los fundamentos filosóficos de la propia modernidad, que en su intento de afianciamiento, ha fungido como el creador de sus propias contradicciones. 

El espíritu de las luces, fue el espíritu de una élite instruida de nobles y burgueses, que utilizaron a la razón y al disfrute de los placeres, para incomodar a la Iglesia. En la modernidad la sociedad reemplaza a Dios como el principio de los juicios morales, lo que provocó que fuese necesaria la constitución de un nuevo orden social y político, que dictaminara los nuevos valores y normas que se iban a implementar en la propia modernidad. Por lo tanto, la formación de un nuevo pensamiento político y social era indispensable para el funcionamiento adecuado de la modernidad. 

La Revolución Francesa, impulsó la idea de que la nación y la razón debían estar unidas, para que el nuevo Estado no tuviese interferencias ideológicas por parte del cristianismo. Pero, decirle al nuevo ciudadano que Dios ya no es el centro del Universo y que por lo tanto ya no era el juez que dictaminaba los principios morales, las normas y patrones de comportamiento que los seres humanos debían aplicar, fue desgarrador para el propio ser humano, ya que al desechar la idea de que existe un Dios, se dejó huérfano al ciudadano y entró en una profunda crisis de valores espirituales y morales. Por consiguiente, el nuevo Estado – Nación moderno, tuvo que entregar un nuevo conjunto de valores y principios al ciudadano, para reemplazar los valores cristianos y es ahí donde se inculcó el civismo, entendiéndose al civismo, como los sentimientos exacerbados por la patria, ya que el ser humano debía sentirse parte de un territorio determinado, el amor por los símbolos patrios como la bandera, el Escudo, su Himno Nacional, mismos que le permitirían al ciudadano moderno defender la idea abstracta del Estado – Nación, del cual por azar habían tenido la suerte de pertenecer. En la modernidad la idea del civismo está asociada con la idea de la virtud. 

Ahora bien, según los contractualistas Hobbes y Rousseau, la idea de ciudadanía descansa en una decisión libre, misma que el propio Rousseau llamó la “Voluntad general”, la voluntad general se puede entender como la razón. No obstante, la voluntad general necesitó de un elemento que diese orden y la controle, de ahí surgió el nacimiento del llamado “contrato social”, del que habló Rousseau. En el contrato social, los seres humanos al vivir en un estado caótico debido a la falta de organización estatal, decidieron sacrificar un poco de sus libertades, para entregárselas a un soberano, el cual debía organizar la sociedad y garantizarle a los ciudadanos la defensa de su propiedad privada.  Hobbes a diferencia de Rousseau, le puso un nombre a dicho Estado,  el “Leviatán”, el Leviatán tenía la función de poner fin al estado caótico de la sociedad, y a la guerra del todos contra todos, sometiendo a los ciudadanos a un poder central absoluto. 

Dicho ciudadano, vivía bajo las normas y leyes de un Estado – Nación,  y por lo tanto ya no buscaba de Dios para hacerse juicios morales, por el contrario buscó en la propia razón lo que era útil para el funcionamiento de la propia sociedad. No obstante, se puede encontrar una contradicción gigantesca en la propia modernidad, ya que en un principio propuso liberar a los hombres, pero con el nacimiento del Leviatán o del Estado moderno, se los sometió a las decisiones de un soberano, eliminando una de las ideas centrales de los Estados- Nación modernos, que era el concepto de la democracia.  

El propio Touraine mencionó, que la ideología modernista no ha estado ligada a la idea de la democracia, ya que los propios ciudadanos quedan relegados a un segundo plano, en la toma de las decisiones sociales, por ende la propia modernidad en sus inicios propuso separar las esferas de la política y de lo social, para no encontrarse con intromisiones en la elaboración de su propio proyecto. Si bien algunos ilustrados criticaron el tradicionalismo de la Iglesia con el concepto de la razón, no analizaron los mecanismos para la emancipación real de los seres humanos. Parafraseando a Touraine: en la modernidad el ser humano ya no es una criatura hecha por Dios, sino que ahora es un actor social, mismo que se encuentra definido por conductas, leyes y estatutos que impone el Estado, que supuestamente contribuirían al buen funcionamiento del sistema social. 

La primera contradicción del proyecto de la modernidad, fue querer liberar al ser humano de las cadenas del feudalismo y el cristianismo, para luego someterlos a la dictadura de la razón instrumental, dirigida por el Estado – Nación, que también iba a mantener el funcionamiento del modo de producción que nació en la Revolución Francesa: el capitalismo. La modernidad no tiene una razón liberadora para los seres humanos, tiene una razón utilitaria y funcional a los intereses de la reproducción del propio capitalismo. 
Rousseau como un crítico modernista de la modernidad.- 

Alan Touraine, analizó la obra de Rousseau y se percató que para el filósofo ilustrado en la modernidad capitalista, no es el miedo a la guerra y a la muerte lo que lleva a los seres humanos a inventarse un nuevo orden social y transferir sus derechos a un soberano, ahora lo es la desigualdad. Rousseau se percató de que en la sociedad moderna con el nuevo orden social y político se separa a la sociedad civil del Estado. Y la voluntad general (la razón) debería convertirse en un instrumento para luchar contra la desigualdad, pero eso no fue lo que ocurrió, la razón instrumental imperó y ha sido útil para la supervivencia del Estado Moderno y del capitalismo. 

Ahora bien, el Estado en la modernidad es un conjunto de instituciones, que a través de la burocracia y la funcionalidad sirven para tratar de mantener equilibrado el orden existente, pero del otro lado de la moneda, se encuentra la sociedad civil, misma que con el aparecimiento de la modernidad se convirtió en ciudadanía, que a través de las leyes, normas y demás valores nuevos que emergen de la modernidad, constituyeron un hombre nuevo, mismos que han estado sujetos al  poder político. Es decir aunque en la modernidad la idea de Estado y sociedad civil están separadas, a su vez están directamente relacionadas, porque de la una depende la existencia de la otra. 

Según Rousseau, existe en la modernidad una contradicción entre economía y ciudadanía y esa contradicción se torna insuperable cuando se la concibe como un supuesto “orden natural” y “orden social”, y no como una desigualdad provocada por el propio sistema capitalista que surgió con la Revolución Francesa. Rousseau se preguntó ¿Cómo superar esa contradicción? y llegó a la conclusión de que era necesario el derrocamiento de las contradicciones sociales y la construcción de una sociedad de la comunicación, que estuviese basada en el conocimiento intuitivo y en la verdad. 

Se puede decir que Rousseau fue un crítico de la modernidad dentro de la misma modernidad, porque criticó a la sociedad, sus desigualdades y sus artificios, pero en nombre de la razón y del espíritu ilustrado de la época. Aunque la modernidad sea ilustrada, no quiere decir que los propios ilustrados no se hayan dado cuenta de sus falencias y sus contradicciones. Es por eso que después del pensamiento de Rousseau, los intelectuales posteriores asociaron su crítica de una sociedad injusta, en donde la razón debía ser el pilar fundamental del ser humano, pero solo a través del retorno de lo filosófico y desechando a la razón instrumental utilizada por el capitalismo. La verdadera razón debe rebelarse contra la sociedad de las apariencias de la modernidad y los privilegios e injusticias que produce el capitalismo. Por eso la idea de que la modernidad conduciría a un orden social racional, se vuelve inaceptable para el propio Rousseau, ya que la sociedad no es racional, el proyecto de la modernidad dividió las esferas de lo social y aborrece que la razón sea usada en beneficio de la emancipación por la propia humanidad. 

Para Rousseau la vuelta del ser humano a la naturaleza es la vuelta a la razón. Es pertinente recordar que con el aparecimiento de la modernidad, se separó al ser humano de la naturaleza, debido a que se creía que como el ser humano estaba dotado de entendimiento y de razón podía dominar y controlar la naturaleza a su merced en beneficio del sistema capitalista. Comprender que el ser humano forma parte de la naturaleza, es esencial para buscar la liberación de la humanidad, de las cadenas filosóficas y de los sentidos comunes a los cuales nos ata el sistema capitalista y la modernidad. 

Después del llamado siglo de las luces, el hombre se separó más de la naturaleza exterior. De esta separación surgió el fundamento filosófico esencial, para que en el terreno económico la modernidad adopte la forma del capitalismo, por otro lado la secularización contribuyó para que el ser humano dejara de lado las creencias metafísicas y los fines últimos como los ideales de salvación, pero condicionó a los seres humanos a estar guiados por la razón instrumental en beneficio de un modelo de producción económico y a someterse a decisiones tomadas por un Estado, que cada vez separó más a la sociedad de la esfera de la política. El pensamiento de Rousseau, es una crítica a la filosofía de las luces pero ilustrada, comprender las contradicciones de la modernidad en el seno y en los fundamentos filosóficos de la propia modernidad, es crucial si se quiere pensar en la superación del capitalismo y de las condiciones de desigualdad y explotación que provoca. 

Bibliografía 

Rousseau. J.J. (1998). “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres y El Contrato Social”. Selección de textos. En el pensamiento político de sus textos. Madrid: Tecnos.  

Touraine. A. (1993). “Las luces de la razón”. Pp. 23-52. En Critica de la modernidad. Madrid: Ediciones Temas de hoy. 

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