
"El infierno de lo igual genera una violencia específica." — Byung-Chul Han
Por: José Daniel Figuera
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han se ha convertido en uno de los analistas más lúcidos de nuestra era digital, particularmente al examinar cómo las redes sociales han transformado la dinámica del odio y la agresión colectiva. En obras como "La expulsión de lo distinto" y "La sociedad del cansancio", Han describe cómo la hiperconectividad no ha llevado a mayor comprensión mutua, sino a nuevas formas de violencia psicológica y exclusión social. Su análisis revela los mecanismos ocultos detrás de la cultura de la cancelación, los linchamientos digitales y la polarización tóxica que domina nuestras plataformas.
La paradoja de la conexión sin contacto
Han argumenta que las redes sociales crean una ilusión de proximidad mientras destruyen el verdadero encuentro con el otro. "La comunicación digital elimina la resistencia de lo real", escribe, señalando cómo la ausencia de cuerpos físicos y miradas reales facilita la deshumanización. Esto explica por qué personas que nunca serían agresivas en un encuentro cara a cara se transforman en trolls violentos detrás de una pantalla. La arquitectura misma de las plataformas, diseñada para maximizar el engagement, privilegia los contenidos que generan indignación y confrontación.
El filósofo identifica un círculo vicioso: cuanta más conexión digital, mayor es la sensación de aislamiento real, lo que a su vez alimenta la necesidad de validación online y la búsqueda de chivos expiatorios. Este mecanismo explica fenómenos como los ataques coordinados contra figuras públicas o la formación de comunidades de odio que encuentran en Internet un espacio para amplificar su mensaje.
La tiranía de la transparencia y la positividad
Uno de los aportes más originales de Han es vincular la cultura del odio online con lo que llama "la sociedad de la positividad". En contraste con sociedades disciplinarias basadas en el "no debes", vivimos en una era donde el imperativo es "puedes hacerlo todo", generando una autoexplotación que deriva en frustración y agresividad. Las redes sociales exigen una exposición constante donde cada usuario debe mostrarse feliz, exitoso y popular, creando una presión insostenible.
Esta dinámica produce lo que Han denomina "el infierno de lo igual": al eliminar las diferencias reales bajo la ilusión de inclusión, cualquier disidencia se vuelve intolerable. Así, la cancelación se convierte en un mecanismo para purgar lo diferente y mantener la ficción de consenso. La paradoja es que mientras más homogéneas se vuelven las comunidades online, más violentamente reaccionan contra quienes perciben como amenazas a su identidad grupal.
Posibles caminos de salida
Frente a este panorama desolador, Han no ofrece soluciones simples, pero sí señala la necesidad de recuperar el sentido de lo ritual, lo sagrado y lo opaco en la vida social. Frente a la transparencia total que exigen las redes, propone valorar los espacios de sombra y misterio que permiten la verdadera intimidad. Frente al like como moneda de validación, sugiere recuperar formas de reconocimiento más profundas y menos cuantificables.
Algunas plataformas han comenzado a experimentar con diseños alternativos que desincentivan el odio, como limitar los contadores de likes o introducir retardos antes de publicar comentarios. Pero Han iría más allá: cuestiona la lógica misma de la visibilidad total y la conexión constante. Su filosofía nos invita a repensar no solo cómo usamos la tecnología, sino qué tipo de seres humanos nos está convirtiendo la cultura digital.
En un mundo donde el odio online tiene consecuencias cada vez más tangibles en la vida real, la crítica de Byung-Chul Han ofrece herramientas fundamentales para entender -y quizás transformar- las dinámicas que envenenan nuestro espacio público digital.