Lo leve y lo profundo: paradojas retóricas en Seda de Alessandro Baricco



"Seda es, en efecto, un libro que trata sobre la compra y venta de gusanos de seda; sin embargo, es también, y sobre todo, un libro de viajes y de los sucesos que ocurren en ellos.".


Por: Roberto Padilla Ramos*

La precisión que exige el lenguaje literario conduce naturalmente al uso de diversos recursos para asegurar que el mensaje sea efectivo. Según Roman Jakobson, en la comunicación existe una intención que media entre el emisor y el destinatario, en la cual se despliegan distintas funciones del lenguaje: la emotiva, la referencial, la fática, la poética, la metalingüística y la conativa. Esta última se enfoca principalmente en persuadir o impactar al destinatario (Jakobson, 1975, pp. 31-32).


Si una obra literaria pretende reflejar la huella humana, debe necesariamente apoyarse en la eficacia del discurso. La retórica y las figuras que la componen son seleccionadas por el emisor para transmitir su mensaje de manera efectiva, ya que “son fruto de la cultura y de la creatividad del ser humano” (Navarro Bañuelos, 2016, p. 13).

Ahora bien, La retórica puede considerarse como el uso de herramientas discursivas destinadas a la persuasión, ya sea para convencer a un público mediante la oratoria o a los lectores a través de la escritura. Según el Diccionario de retórica (2006) de Helena Beristáin, se define como:


Arte de elaborar discursos gramaticalmente correctos, elegantes y, sobre todo, persuasivos. Arte de extraer, especulativamente, de cualquier asunto cotidiano de opinión, una construcción de carácter suasorio relacionada con la justicia de una causa, con la cohesión deseable entre los miembros de una comunidad y con lo relativo a su destino futuro. La retórica siempre trabaja, simultáneamente, con la gramática; van juntas y asociadas. La retórica elige cada término, organiza cada oración y cada párrafo y todo el discurso, y gobierna el uso de las figuras retóricas que están siempre presentes en todas las funciones de la lengua y de los lenguajes no verbales (como el musical, el arquitectónico, etc.) (Beristáin, 2006, p 426).

Arte de elaborar discursos gramaticalmente correctos, elegantes y, sobre todo, persuasivos. Arte de extraer, especulativamente, de cualquier asunto cotidiano de opinión, una construcción de carácter suasorio relacionada con la justicia de una causa, con la cohesión deseable entre los miembros de una comunidad y con lo relativo a su destino futuro. La retórica siempre trabaja, simultáneamente, con la gramática; van juntas y asociadas. La retórica elige cada término, organiza cada oración y cada párrafo y todo el discurso, y gobierna el uso de las figuras retóricas que están siempre presentes en todas las funciones de la lengua y de los lenguajes no verbales (como el musical, el arquitectónico, etc.) (Beristáin, 2006, p 426).

La variedad de diccionarios y otros vademécum especializados en figuras retóricas constituye una guía de gran utilidad. Sin embargo, a pesar de la abundancia de textos con este propósito, recae en el lector, es decir, en el destinatario, la tarea de descifrar la intención del autor y reconocer la figura retórica en uso. La poesía, el cuento y la novela se nutren de la retórica, ya sea con fines ornamentales o de precisión. El efecto de las figuras es inmediato; incluso podría decirse que pasan inadvertidas ante los ojos del lector. Pero siempre están presentes, como signos moldeados a través de la historia del lenguaje.

En este contexto, se realizará a continuación un recorrido, si no exhaustivo, al menos lo más preciso posible, por las figuras retóricas significativas presentes en Seda (1996) de Alessandro Baricco. La brevedad y precisión de esta novela, ya considerada un clásico moderno de la literatura italiana, facilitan la búsqueda y análisis de los recursos retóricos, destacando así su importancia y vigencia en el lenguaje escrito.

II

La traducción de Seda de Baricco, realizada por Xavier González Rovira y Carlos Gumpert para la Editorial Anagrama y publicada en 1997, solo un año después de la edición original, mantiene tanto la intencionalidad de la obra como sus figuras retóricas. Desde un primer vistazo, la brevedad de la novela revela el uso de la elipsis, definida en el Breve diccionario como “la supresión de palabras o expresiones que gramatical y lógicamente deberían estar presentes” (Navarro Bañuelos, 2016, p. 50). No obstante, en esta narrativa, dicha omisión no se limita a palabras y expresiones, sino que actúa como la eliminación de fragmentos que, aunque se suponen en una lógica temporal, aportan poco al desarrollo de la historia.

Al igual que en Crónica de una muerte anunciada (1981) de Gabriel García Márquez, Seda expone en sus enunciados iniciales el tema central de la novela. De manera sentenciosa y directa, establece la condición de su protagonista: “Para vivir, Hervé Joncour compraba y vendía gusanos de seda” (Baricco, 2023, p. 7). Este recurso, conocido como reyección o remisión, “afecta la organización lógica del discurso y puede considerarse como un tipo de anticipación o prolepsis” (Beristáin, 2006, p. 443). Con esta figura de pensamiento, el autor adelanta al lector la situación fundamental del personaje de Hervé Joncour.

Una de las figuras retóricas recurrentes en Seda, y que podría caracterizar el estilo de Baricco, es la defectio, definida como "figura de dicción que se manifiesta al omitir en la oración una o más palabras necesarias para su perfección" (Navarro Bañuelos, 2016, p. 43). La defectio se relaciona con la elipsis, también abundante en la obra, y como indica su definición, suprime palabras o datos quizá innecesarios para transmitir de forma precisa el mensaje deseado. Un ejemplo de este recurso se encuentra cuando le preguntan a Joncour: “¿Cómo es África?”, a lo que él responde: “Cansa” (Baricco, 2023, p. 11). Aunque este recurso revela una intención lacónica, sugiere que la economía de palabras logra una expresión perfecta al describir un continente con una sola, llena de significados.

Baldabiou es uno de los personajes más memorables de la novela, el hombre que enseña a Hervé Joncour el oficio y el comercio de la seda. Su carisma reside principalmente en sus diálogos. A primera vista podría parecer un personaje satírico; sin embargo, su otra cualidad, la de maestro, le hace merecedor de líneas como esta: “¿Sabéis qué es esto?”, pregunta Baldabiou al alcalde. “Cosas de mujeres”, responde este. “Error. Cosas de hombres: dinero”. En la misma escena, vuelve a preguntar: “¿Sabéis qué es esto?”, a lo que el alcalde, anticipándose a la burla, responde: “Dinero”. Pero Baldabiou lo corrige de nuevo: “Error. Es la prueba de que sois un idiota” (Baricco, 2023, pp. 14-15). El tono humorístico de estos diálogos se construye mediante el uso de la antanaclasis o parison:


(Del griego anti, contra, aná, hacia arriba y klasein, sonar). Figura de dicción que aparece en un diálogo, cuando interviene una expresión para otorgarle un sentido distinto. Quintiliano advierte que es eiusdem verba contraria significatio (la significación contraria de una misma palabra). Además, sostiene que para muchos es igual a la figura parison (Navarro, 2016, p. 27).


Otras figuras que aportan tridimensionalidad a Baldabiou a través de los diálogos se presentan nuevamente con el alcalde. Esto podría interpretarse como un caso de mímesis: “Figura de pensamiento que representa la imitación de los dichos de otros, con o sin burla” (Navarro, 2016, p. 70) o incluso como ironía, que “da a entender lo contrario de lo que se dice; en la práctica, a veces entraña burla” (Navarro, 2016, p. 66). Tal mímesis o ironía se percibe cuando el alcalde le dice a Baldabiou: “Mi hijo Hervé, que dentro de dos días volverá a París, donde le espera una brillante carrera en el ejército, si Dios y Santa Inés lo quieren”, a lo que Baldabiou responde: “Exacto. Solo que Dios en otra parte y Santa Inés detesta a los militares” (Baricco, 2023, p. 17).


III

Hervé Joncour emprende, incansable, múltiples viajes a Japón, una tierra completamente desconocida para Occidente en el siglo XIX. Las descripciones, presentes en abundancia en Seda, aluden a nuevas regiones y países extraños; en este sentido, la novela breve de viajes podría estar escrita mediante la figura retórica de la topografía, “que consiste en la descripción de un lugar” (Navarro, 2016, p. 92). En busca de efectividad, la novela describe al país asiático de la siguiente manera:


En aquellos tiempos, Japón estaba, en efecto, en la otra punta del mundo. Era una isla compuesta por islas, y durante doscientos años había vivido completamente separada del resto de la humanidad, rechazando cualquier contacto con el continente y prohibiendo el acceso a todo extranjero (Baricco, 2023, p. 21).


Seda es, en efecto, un libro que trata sobre la compra y venta de gusanos de seda; sin embargo, es también, y sobre todo, un libro de viajes y de los sucesos que ocurren en ellos. Tales desplazamientos hacia diversas latitudes desencadenan hechos que no existirían si se omitieran los recorridos de Hervé Joncour. Los movimientos del protagonista pueden considerarse sintéticos, aunque nunca carecen de una belleza aportada únicamente por las figuras retóricas. Cada uno de los viajes de ida y vuelta que emprende Joncour se refleja de la siguiente manera: 


A pie, viajando por caminos, atravesó las provincias de Ishikawa, Toyama, Niigata, entró en la de Fukushima y llegó a la ciudad de Shirikawa, la rodeó por el lado este, esperó durante dos días a un hombre vestido de negro que le vendó los ojos y lo llevó hasta una aldea en las colinas, donde permaneció una noche, y a la mañana siguiente negoció la compra de huevos con un hombre que no hablaba y que llevaba la cara cubierta con un velo de seda (Baricco, 2023, pp. 26-27).


La repetición de estos trayectos se da en los momentos clave de la novela. En este sentido, puede considerarse que estas repeticiones corresponden a la figura retórica del epanodos: “Figura de pensamiento que reside en retomar algunos pensamientos o palabras del discurso” (Navarro, 2016, p. 53). No obstante, una de las figuras que mejor se ajusta a la repetición de los viajes de Joncour es el estribillo: “Figura de palabras. Si bien Perelman no la menciona, entraría en su clasificación de figuras de presencia. Repetición esporádica o periódica de una idea especialmente clara, bella o medular” (Navarro, 2016, p. 57).

En conclusión, Seda, de Alessandro Baricco, logra en su brevedad una belleza singular que surge, en gran medida, del uso de sus figuras retóricas. Esta obra, cargada de recursos poéticos, destaca particularmente por el empleo del estribillo, recurso que aporta una cadencia rítmica y un sentido de repetición simbólica. La reiteración de ciertas ideas, acompañada de elipsis, permite al lector captar la vastedad de los paisajes, el misterio de lugares lejanos y la profundidad de personajes como Baldabiou. Además, dichas figuras otorgan una simplicidad evocadora a la vida de Hervé Joncour, presentando sus experiencias y emociones en un juego de sutilezas que intensifica el impacto estético de la novela. Así, las figuras retóricas en Seda no sólo ornamentan el lenguaje, sino que construyen un relato donde la forma y el contenido se unen en una expresión delicada de los temas esenciales de la obra.


Referencias bibliográficas

Baricco, A. (2023). Seda (X. González Rovira & C. Gumpert, Trads.). Barcelona: Anagrama.

Beristáin, H. (2006). Diccionario de retórica y poética. México: Editorial Porrúa.

Jakobson, R. (1975). Ensayos de lingüística general. Barcelona: Seix Barral.

Navarro Bañuelos, J. M. (2016). Breve diccionario de figuras retóricas. México: Universidad Autónoma de Zacatecas.


*Roberto Padilla Ramos (Zacatecas, 1989) es licenciado en Biología por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Actualmente cursa el cuarto semestre de la licenciatura en Letras y la maestría en Investigaciones Humanísticas y Educativas. Su área de investigación se centra en la influencia del darwinismo en los contextos científicos y culturales. Ha publicado en la Revista Mexicana de Fitopatología y ejerce como docente de nivel medio superior, en el que imparte las materias de Biología y Ciencias de la Salud.

Artículo Anterior Artículo Siguiente