
"La corrección política no es solo una forma de censura, sino un mecanismo que oculta las verdaderas contradicciones de nuestra sociedad."
Por: José Daniel Figuera
Slavoj Žižek, el filósofo y crítico cultural esloveno, ha sido una voz incómoda pero necesaria en el debate sobre la corrección política. Para Žižek, la corrección política no es simplemente un esfuerzo por promover el respeto y la inclusión, sino una herramienta que puede convertirse en una forma sutil de censura. A través de su trabajo, Žižek argumenta que la corrección política, aunque bien intencionada, puede sofocar el debate crítico y ocultar las contradicciones profundas de la sociedad. ¿Es la corrección política una nueva forma de censura? La respuesta de Žižek es compleja y provocativa.
La corrección política como mecanismo de control
Žižek sostiene que la corrección política no es solo una cuestión de lenguaje, sino un mecanismo de control social. Al imponer ciertas normas lingüísticas y comportamentales, la corrección política limita lo que se puede decir y cómo se puede decir. Esto, según Žižek, no solo restringe la libertad de expresión, sino que también evita que se aborden problemas estructurales más profundos, como la desigualdad económica y la injusticia social. En lugar de confrontar estas cuestiones, la corrección política ofrece una solución superficial que mantiene el statu quo.
Un ejemplo de esto es el enfoque en el lenguaje inclusivo. Žižek no niega la importancia de respetar las identidades, pero advierte que centrarse únicamente en el lenguaje puede distraer de problemas más urgentes. Por ejemplo, mientras las empresas adoptan políticas de lenguaje inclusivo, muchas continúan explotando a sus trabajadores o contribuyendo a la desigualdad global. Para Žižek, esto es una forma de "capitalismo woke", donde las apariencias de progresismo ocultan prácticas explotadoras.
La censura sutil y el silenciamiento del debate
Žižek argumenta que la corrección política puede actuar como una forma de censura sutil. Al etiquetar ciertas ideas o expresiones como "ofensivas" o "inapropiadas", se crea un clima de autocensura donde las personas evitan discutir temas controvertidos. Esto no solo limita el debate público, sino que también impide que se cuestionen las estructuras de poder existentes. Para Žižek, el verdadero peligro no es la corrección política en sí, sino su uso como herramienta para silenciar la crítica.
Un ejemplo de esto es la cancelación cultural. Žižek no defiende a quienes son cancelados, pero advierte que la cancelación puede convertirse en una forma de puritanismo moderno. En lugar de fomentar el diálogo y la comprensión, la cancelación tiende a polarizar y a crear un ambiente de miedo donde las personas prefieren callar antes que arriesgarse a ser malinterpretadas.
La paradoja de la corrección política
Žižek señala una paradoja en la corrección política: mientras busca promover la inclusión y el respeto, puede terminar excluyendo a quienes no se ajustan a sus normas. Por ejemplo, las personas que expresan opiniones impopulares o que cuestionan ciertas políticas progresistas pueden ser marginadas o etiquetadas como "reaccionarias". Esto, según Žižek, crea una nueva forma de exclusión que contradice los principios de la corrección política.
Además, Žižek argumenta que la corrección política puede ser utilizada por las élites para mantener su poder. Al adoptar un discurso progresista, las élites pueden presentarse como aliadas de las causas sociales mientras continúan beneficiándose de un sistema injusto. Esto no solo desvía la atención de las verdaderas causas de la desigualdad, sino que también desarma a los movimientos sociales al cooptar su lenguaje.
¿Es posible un equilibrio entre respeto y libertad?
Žižek no aboga por abandonar la corrección política por completo, sino por encontrar un equilibrio entre el respeto y la libertad de expresión. Para él, el verdadero progreso no consiste en evitar ofender, sino en confrontar las contradicciones y las injusticias de nuestra sociedad. Esto implica estar dispuestos a tener conversaciones incómodas y a cuestionar las normas establecidas, incluso si eso significa correr el riesgo de ser políticamente incorrectos.
Un ejemplo de esto es el debate sobre la libertad académica. Žižek defiende el derecho de los académicos a explorar ideas controvertidas, siempre y cuando lo hagan de manera rigurosa y responsable. Para él, la universidad debe ser un espacio donde se puedan discutir todas las ideas, sin miedo a la censura o a la represalia.
Más allá de la corrección política
¿Es la corrección política una nueva forma de censura? La respuesta no es sencilla, pero una cosa es clara: el verdadero progreso no consiste en evitar ofender, sino en confrontar las contradicciones y las injusticias de nuestra sociedad. En un mundo cada vez más polarizado, las ideas de Žižek nos recuerdan la importancia de mantener un diálogo abierto y crítico, incluso cuando es incómodo.
Fuente de la investigación
Slavoj Žižek. Violence: Six Sideways Reflections. Picador, 2008.
Slavoj Žižek. Welcome to the Desert of the Real. Verso Books, 2002.