Entre el ser y la apariencia: la máscara como espejo de nuestro interior





“Todo intérprete mira el mundo desde una propia, irreductible perspectiva; cada rostro es una máscara, detrás de la cual se esconde otra” (Ferraris, 2000, 33 en Lonna, 2020, 194)"



Análisis hermenéutico sobre la máscara como elemento dual entre la expresión interior y la representación externa.

En el presente artículo para Bloghemia, la autora Arantza Monserrat García Durán desarrolla una reflexión hermenéutica sobre la máscara como elemento de metamorfosis y representación del ser humano. Su trabajo explora la dualidad entre el ser y la apariencia, analizando la máscara como un vehículo de expresión que va más allá de la simple ocultación, conectando con aspectos profundos de la identidad y la representación cultural.

Por: Arantza Monserrat García Durán

Las emociones proceden del roce con las fibras sensibles del ser. Estas, ya sean estridentes, enérgicas, palpitantes, melancólicas, intensas, desgarradoras, sublimes, o ardientes, por decir algunos atributos, encuentran su lugar en la expresión facial. El rostro, es entonces un vehículo lingüístico que comunica el carácter ausente de las palabras cuando no son articuladas, logrando una intersección mística entre el subconsciente y el cuerpo. En el rostro hay más que ojos, hay ventanas traslúcidas u oscuras; hay más que pestañas, abanicos que dirigen la mirada; hay más que narices que respiran el mundo; hay más que labios; donde se dicen palabras sin siquiera abrirlos; hay más que arrugas; pues estas son expertas en coordinarse con la conciencia o la efervescencia y así, sucesivamente cada enunciación y movimiento armonizado de manera estridente o en formato concordante. El rostro representa anuencias o reprobaciones entre lo que se dice y lo que se siente. 

Para conceptualizar lo dicho, el término griego prosopon fue asignado como lo que está delante de la mirada de otros. Curiosamente, tal perspectiva fue intercambiable con lo que se conocería como máscara desde el ritual escénico (Altuna, 2008). A todo esto, la analogía que resulta ser el objetivo del presente ensayo es la de reflexionar entre la materialidad y semántica de la máscara como una representación vinculada con lo que el rostro se escapa de expresar.

Resulta por demás interesante partir de la idea de reconocer tanto al rostro como la máscara de la misma manera y al mismo tiempo, la existencia de cuestionamientos de ambas palabras como dos ondas que se superponen dinámicamente. Permeadas por un prosopon, hay que deshebrar entre el ser de la persona y la representación de la persona a través de la máscara. Por ejemplo, el término latino de per-sonare es una etimología en la cual la máscara es una conexión íntima con la que la voz del interior asciende su individualidad y pertenencia (Betancur, 2010). 

En el óculo de esta idea, emerge una necesidad de reinterpretación un poco más contemporánea. Abordar el asunto implica preguntarse si la expresión, cuando es aparentemente invisible, ¿se puede nombrar con la máscara? Nos dirigimos al plano de la metonimia emocional, de la relación del ser y su inherente representación. No se debe ignorar por lo tanto, al rostro como espacio de tensión entre la voluntad intrínseca y su revelación en la mediación de su entorno cultural, pues le termina imprimiendo sentido al ser observado. 

La máscara encuentra un lugar donde se develan y reconfiguran lenguajes, se establecen vínculos entre el ser humano consigo mismo y sus formas de ser percibido por los demás.

La representación de la máscara a partir de su relación con el ser. 

Situados por una mirada estética, no se podría decir que existan un rostro idéntico a la representación de una máscara. Sin embargo, la paradoja de su singularidad en ambas es la de configurarse con base en lenguajes imaginados por categorías culturales e individuales. Sin embargo, máscara es el resultado del artista que la crea, la conjunción con quién la porta y la conexión de quién la observa en acción. En esta dinámica, la máscara proyecta lo que se es, lo que no se es y las interpretaciones que su función simbólica rodea. 

La máscara casi tan antigua como la memoria que conservan las pinturas rupestres, nos indica cómo la expresión de la identidad ha sido inevitable. Tanto en su origen ritual como en sus manifestaciones contemporáneas, la máscara es símbolo de pertenencia, representación y trasformación. Con la hermenéutica de Gianni Vattimo (2003) hay un camino en el que se alumbra la experiencia del ser y del parecer con un instrumento que permita interactuar con la alteridad. En este sentido, la máscara posee esa cualidad funcional, pero también una estética que materializa narrativas del interior de quién las porta. 

Al meditar estas ambivalencias, la comprensión inter-visual aporta al observador de la máscara, reacciones de encanto, melomanía, incomodidad, repulsión u otras sensaciones. Hay posibilidades de que la apariencia y existencia de la máscara sea problemática en sí, su forma de existir, de participar, sus acciones comunicativas, la pertinencia de su contexto. Aproximando aún más la mirada, la fealdad como una representación de la máscara ha sido ensombrecida. Su existencia ha sido desatendida y se ha ignorado la profundidad de su significado. 

Se reincorpora en el horizonte contemporáneo que la llama y la nombra. En el proceso por el cual el personaje muestra el misticismo de la llamada fealdad y la maldad, se abre la posibilidad de personificar su imaginario al describirse con la máscara. Dentro de estas elucidaciones se puede llevar la representación de la máscara en su ser ahí, pero también en donde no es a razón de los cánones estéticos en los que lo bello es más digno de ser nombrado y observado. Se demuestra con este punto, el ejercicio hermenéutico en forma circular: el artesano es genio creador de una máscara, la cuál es portada y apropiada, luego su observación e interpretación consuman su sentido de existencia. Cualquiera que sea el lugar del círculo en donde se encuentre el ser, un lenguaje es develado y por lo tanto, materializado (Alvarado, 2017).
 

Ahora bien, la pluralidad de lecturas que se le pueden dar al diagrama de arriba constituye el imaginario de la máscara como un tótem que encarna la voluntad e individualidad humana de lo que es y no es, de lo bello, pero también lo feo. Es decir, el rostro verdadero es el que el portador de la máscara oculta del observador, pero también el que la máscara manifiesta y para lo que fue creada. Esta intención transgrede el ello y materializa su situación de abandono. Abonando alguna otra comprensión hermenéutica sobre la máscara, el proceso artesanal o mecánico de elaboración de la máscara, por simple que lo parezca, configura, transfigura, redibuja, dibuja o desdibuja las líneas que mimetizan todo el escenario donde interactúa. 

En el proceso de estas narrativas sus horizontes son dinámicos y conflictúan una vez creada y puesta la máscara. Su representación estética como elemento abstracto libera el subconsciente de su aprensión. Luego enuncia el vínculo de su existencia “entre el mundo del ser y de la apariencia (Cortés, 2003, 25)”. En el enmascaramiento del rostro se da paso al desenmascaramiento de lo que no era y la máscara se revela simbólicamente al cobrar vida en sí. Lo feo y la fealdad tienen oportunidad en la voluntad de quién las pretende. Su aparición va más allá de la mera negación de lo bello y lo bueno en un contexto contemporáneo marcado por la apariencia. 

Desde el teatro y otras expresiones artísticas, la condición del ser ha sido ambivalente y conflictiva, pero en esa ambivalencia ha marginado la maldad y lo feo. En el contexto actual de una cultura global, esta marginación es colocada en una balanza donde adquiere mayor peso. La cultura del espectáculo y la mediatización, valorada por términos del llamado fetichismo de la mercancía, también puede aportar elementos de interpretación hermenéutica válidos para la significación estética de la máscara. El cine es un ejemplo por demás interesante porque específicamente en el género del terror , la máscara instrumentaliza toda la historia del personaje con la trama de este tipo de películas. Lo feo y lo malo aparecen y permanecen en las historias de miedo, macerándose en el desarrollo de toda la historia del séptimo arte. El paradigma de comprensión intertextual que se ha presentado hasta el momento resulta aplicable en el estudio de la máscara y su participación en el cine del terror. Como género cinematográfico, el cine de terror posee una estética siniestra y mística del ser humano. Se articula por subgéneros en donde son orquestadas diversas situaciones, sobre la maldad y lo feo, bajo el personaje que usa máscara.
Podríamos mencionar algunos nombres sobre el tema como Jason, Ghostface, the grabber en black phone o vendetta. Cada cual se descubre a través de la elección de una máscara blanca como ícono y tótem que desenmascara emociones perversas que te orillan a confrontar la fealdad de la humanidad. 
 
En el subgénero del Slasher, es decir, de las películas protagonizadas por asesinos, se muestran puntos de desvanecimiento del Yo y la persistencia del Ello cuando identificamos al sujeto homicida con una máscara y un cuchillo. Claudio Zanini (2023), agrega que entre lo gótico y el subgénero slasher existe una relación proyectada por metáforas donde el ser es ausente en tanto que el rostro es ocultado por la máscara. 

El asesino en el cine de terror slasher renuncia por voluntad a ser en colectivo, usando una máscara que le proporciona una identidad dantesca. El asesino enmascarado renuncia a su colectividad y su idea de lo bello o lo bueno, mientras exalta su individualidad y disfruta cómo sus pulsiones alcanzan a trasgredir la vida. Podemos decir ahora que el ser que se materializa con la máscara es el reflejo de un contexto de la fealdad humana. 

Esta fealdad resplandece con la máscara en el cine de terror como una forma de arte, por ejemplo: la máscara de Michael Mayer en la película de Halloween representa un lenguaje que para el espectador comunica actos aberrantes de la individualidad de un asesino que se pronuncia en éxtasis interno. La máscara blanca en este escenario contiene el placer dionisiaco de un deseo insaciable de asesinar y en cuya distorsión del mundo aparece la fealdad, que es capaz de manifestarse en este personaje (Vattimo, 22003). 

El nacimiento de una identidad, a través de la máscara, asume un rol de desenmascaramiento fuera de sí mismo. Por lo tanto, género del terror a través de la máscara blanca (Tiburcio, 2020) como representación revela lo que se ubicaba ausente, lo no bello, y penetra el abismo en miradas que se encuentran en todo el horizonte de lo extraño y desconocido. Este tipo de distorsiones reflejan en la máscara el abandono de la culpa y la aprehensión de un ello que domina esa realidad. 

Desde la hermenéutica, la película de Halloween de 1978 es un ejemplo que presenta la máscara del asesino, inexpresiva, implacable y acallada en la monstruosidad (más allá de lo racional) de quién la porta. En esta atmósfera la máscara se convierte en una manifestación predatoria de todo lo que al ello no le interesa controlar. Así la máscara lleva consigo el peso de un sujeto que posee lo siniestro, el miedo y la aberración. El significado de la máscara en Halloween es un reflejo incompleto hasta que encuentra una víctima. 

En otras palabras, la concepción de la máscara es comprendida finalmente cuando se le reconoce en asimetría con lo que es y lo que no es feo. Una máscara como la de Michael Myers lejos de parecer fuera de lugar, manifiesta la repulsión y lo visceral que el no ser puede manifestar con tal de satisfacer su desesperación por integrarse al panorama. Por lo pronto podemos afirmar que la máscara parece destinada a descubrirse en las formas del ser y su apariencia frente a una realidad que desnuda los temores más profundos de sus portadores.

Consideración final: 

La hermenéutica como la máscara, existe en la posibilidad de mundos sujetos a la interpretación más allá de la buena voluntad. Este trabajo intentó abordar la máscara como objeto de estudio que trasciende al rostro y se colocan como un vehículo que devela las intenciones del ser de quién la porta. La posibilidad del diálogo a través de la máscara revela el contexto donde habita. En el cine de terror por ejemplo, la máscara encarna y amplifica del otro lado de los límites tradicionales de entendimiento. Entonces la máscara es una para sí misma, pero también es el espejo del interior hacia el exterior. 

(1)El género en el cine es una expresión artística que representa sensibilidades sociales y estéticas tanto de quiénes las hacen posibles como de quiénes las visualizan e interiorizan. Cada género al igual que cada corriente artistica, es un catalizador social a través del cuál el ser humano se reafirma colectivamente e individualmente. (Pulecio, 2023).


Referencias: 

Artículos de revista

  • Altuna, B. (2008). El individuo y sus máscaras. Ideas y valores, 58(140), 20.
  • Betancur García, M. (2010). Persona y máscara. Praxis filosófica, 30, 127-143.
  • Jaramillo, V. R. (2020). Hermenéutica simbólica. Revista Perseitas, 8, 311-327.
  • Lonna Olvera, I. (2022). Narrativa gráfica y hermenéutica: Hacia una interpretación y comprensión de las imágenes que narran. Zincografía, 6(11). https://doi.org/10.32870/zcr.v6i11.133
  • Tiburcio Moreno, E. (2020). La construcción cultural del asesino en serie en el cine de terror: Michael Myers y Samuel Loomis en La noche de Halloween. Revista de comunicación audiovisual y publicitaria, 20(2), 191-207.

Libros

  • Alvarado Duque, C. F. (2017). Filosofía y cine: de Friedrich Nietzsche a David Lynch. Buenos Aires: Editorial Teseo.
  • Cortés, J. M. (2003). Orden y caos. Un estudio cultural sobre lo monstruoso en el arte (2ª ed.). Barcelona: Anagrama.
  • Kant, E. (2015). La crítica del juicio. Madrid: Gredos.
  • Mandrut, C. A. (2023). El horizonte de la sombra: la imagen del cuerpo femenino en la fotografía publicitaria. Buenos Aires: Editorial Teseo.
  • Rodríguez Tous, J. A. (2002). Idea estética y negatividad sensible: La fealdad en la teoría estética de Kant a Rosenkranz (Vol. 3). Barcelona: Editorial Montesinos.
  • Vatimo, G. (2003). El sujeto y la máscara: Nietzsche y el problema de la liberación. Barcelona: Península.

Artículos en línea

  • Quinteros, P. (2018, 6 de junio). La extraña historia del origen de la máscara de Michael Myers. La Tercera. https://www.latercera.com/mouse/extrana-historia-mascara-michael-myers

Documentos en línea

  • Pulecio Mariño, E. (2009). El cine: análisis y estética. Bogotá: Ministerio de Cultura, República de Colombia. https://www.mincultura.gov.co/areas/cinematografia/publicaciones/Documents/El%20Cine%2C%20An%C3%A1lisis%20y%20Est%C3%A9tica.pdf
  • Vescia Zanini, C. (s.f.). A máscara de quem te mata espelha teu medo: a indeterminação do rosto assassino e outros rastros do gótico nos filmes slasher. Doc Player. https://docplayer.com.br/216561522-1-graduado-em-letras-ufrgs-mestre-e-doutor-em-literaturas-de-lingua-inglesa-ufrgs-contato.html

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