"En Oldboy, la venganza no libera, sino que encierra a sus personajes en una prisión de emociones y consecuencias devastadoras."-José Daniel Figuera
Oldboy: La venganza como arte y tragedia en el cine surcoreano
Por: José Daniel Figuera
Estrenada en 2003, Oldboy es la segunda parte de la "Trilogía de la Venganza" de Park Chan-wook, y se basa libremente en un manga japonés del mismo nombre. La película sigue a Oh Dae-su, un hombre que es secuestrado y encarcelado durante 15 años sin explicación. Cuando finalmente es liberado, emprende un viaje para descubrir quién lo capturó y por qué, desatando una historia cargada de violencia, obsesión y redención.
El cine de Park Chan-wook se caracteriza por su estética visual meticulosa y sus narrativas moralmente ambiguas. En Oldboy, cada escena está cargada de simbolismo y detalle. La famosa secuencia del pasillo, filmada en un plano secuencia, es un ejemplo magistral de cómo la violencia puede convertirse en una coreografía casi artística.
La película no solo aborda la venganza como un acto destructivo, sino también como una prisión emocional. A medida que la trama avanza, descubrimos que el odio y la obsesión no son exclusivos del protagonista, sino que afectan a todos los personajes. Esta complejidad psicológica es lo que convierte a Oldboy en mucho más que un thriller de acción. La venganza, en manos de Park Chan-wook, se convierte en un vehículo para reflexionar sobre la culpa, el destino y las cicatrices del pasado.
La redención, aunque presente, no llega sin un costo, y esto hace que el final de Oldboy sea tan impactante como desgarrador. Es un recordatorio de que el precio de nuestras acciones puede ser devastadoramente alto. El impacto de Oldboy trascendió las fronteras de Corea del Sur. Ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes, la película ayudó a posicionar al cine surcoreano como una fuerza global. Su influencia es evidente en el auge de directores como Bong Joon-ho y en la creciente popularidad de historias surcoreanas en Occidente.
Más de 20 años después, Oldboy sigue siendo un referente del cine de venganza y un ejemplo del potencial narrativo y visual del cine surcoreano. Su crudeza no solo impacta, sino que invita a reflexionar sobre las pasiones humanas y sus inevitables consecuencias.