No creo en el libre albedrío | por Albert Einstein ~ Bloghemia No creo en el libre albedrío | por Albert Einstein

No creo en el libre albedrío | por Albert Einstein










"La igualdad social y la protección económica del individuo siempre me parecieron objetivos comunes importantes del estado." Albert Einstein
 
 





Trancripción del discurso del físico Albert Einstein, titulado "Mi credo" pronunciado en la Liga Alemana de Derechos Humanos, Berlín, en otoño de 1932.



Por: Albert Einstein

«Resulta una bendición especial pertenecer a aquellos que pueden dedicar sus mejores energías a la contemplación y exploración de las cosas objetivas y atemporales. Qué feliz y agradecido estoy por haber recibido esta bendición, que otorga un alto grado de independencia en relación al destino personal de alguien y la actitud de sus contemporáneos. Sin embargo, esta independencia no debe habituarnos a la conciencia de los deberes que constantemente nos atan al pasado, presente y futuro de la humanidad en general. Nuestra situación sobre este planeta parece muy extraña. Cada uno de nosotros aparece aquí involuntariamente y sin invitación para una corta estadía, sin saber los porqué ni los adónde. En nuestra vida diaria sólo sentimos que el hombre está aquí en aras de los demás, para aquellos que amamos y para muchos otros cuyo destino está conectado con el nuestro. A menudo me preocupa el pensamiento de que mi vida está basada a tal punto sobre el trabajo de mis congéneres humanos, que me doy cuenta de mi gran deuda hacia ellos.
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No creo en el libre albedrío. Las palabras de Schopenhauer: “El hombre puede hacer lo que quiera, pero no puede querer lo que quiera”, me acompañan en todas las situaciones a lo largo de mi vida y me reconcilian con las acciones de los otros, incluso aunque me resulten muy dolorosas. Esta conciencia de la falta de libre albedrío me impide tomarme a mí mismo y a mis colegas muy en serio como individuos de acción y decisión, y me hace perder los estribos.


Nunca codicié riqueza ni lujo y hasta lo desprecio de cierta forma. Mi pasión por la justicia social muchas veces me llevó a un conflicto con las personas, así como mi aversión a cualquier obligación y dependencia que no considero absolutamente necesarias. Tengo un gran respeto por el individuo y una aversión insuperable por la violencia y el fanatismo. Todos estos motivos me hicieron un pacifista apasionado y antimilitarista. Estoy contra cualquier chovinismo, incluso bajo el disfraz de un simple patriotismo.


Los privilegios basados en la posición y propiedad siempre me parecieron injustos y perniciosos, así como cualquier culto exagerado a la personalidad. Soy un adepto al ideal de la democracia, aunque conozco muy bien las debilidades de la forma democrática de gobierno. La igualdad social y la protección económica del individuo siempre me parecieron objetivos comunes importantes del estado.


Aunque sea un típico solitario en mi vida diaria, mi conciencia de pertenecer a la comunidad invisible de aquellos quienes luchan por la verdad, la belleza y la justicia me impide sentirme solo.


La experiencia más bella y más profunda que un hombre puede tener es el sentido del misterio. Es el principio fundamental de la religión, así como de todo esfuerzo serio en el arte y en la ciencia. Aquel que nunca tuvo esta experiencia me parece que, si no está muerto, entonces, por los menos debe estar ciego.


Darse cuenta que detrás de todo lo que puede ser experimentado hay algo que nuestra mente no puede comprender, cuya belleza y magnificencia nos alcanza apenas indirectamente: eso es religiosidad. En este sentido, soy religioso. Para mí, basta cuestionar estos secretos e intentar humildemente entender con mi mente una mera imagen de la estructura elevada de todo lo que existe».


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