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14 consejos sobre la escritura, de Rainer Maria Rilke










"El arte es un modo de vivir y uno, viviendo de cualquier manera, se puede preparar para él: en todo lo real se está más cerca y más vecino de él que en esos irreales oficios semiartísticos que niegan en la práctica la existencia de todo arte y lo atacan, como hace el periodismo, y casi toda la crítica, y tres cuartas partes de eso que se llama y quiere llamarse literatura.". Rainer Maria Rilke                           




  14 consejos de escritura de Rainer Maria Rilke poeta y novelista austríaco considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. En prosa se destacan las Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge.


 
Por: Rainer Maria Rilke 

1-No mirar hacia fuera sino “entrar en usted”. No preguntar a nadie sobre la calidad de los versos ni comparar con otros y si de ese giro hacia dentro, de esa sumersión en el mundo propio, brotan versos, no se le ocurrirá a usted preguntar a nadie si son buenos versos.

2-Reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche: ¿debo escribir? Excave en sí mismo en busca de una respuesta profunda (en lo más profundo de su corazón) y si es afirmativa, un sencillo debo, entonces construya su vida según esta necesidad.

3-Intente, como el primer hombre, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde. No escriba poesías de amor; apártese ante todo de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles. Por eso, sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana: describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza.

4-Descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humilde, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de su recuerdo.

5-Si su vida cotidiana le parece pobre, dígase que no es bastante poeta como para conjurar sus riquezas: pues para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente.

6-Aunque estuviera usted en una cárcel cuyas paredes no dejaran llegar a sus sentidos ninguno de los rumores del mundo; ¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa, regia, el tesoro de los recuerdos? Vuelva ahí su atención. Intente hacer emerger las sumergidas sensaciones de ese ancho pasado; su personalidad se consolidará, su soledad se ensanchará y se hará una estancia en penumbra, en que se oye pasar de largo, a lo lejos, el estrépito de los demás.

7-Si de ese giro hacia dentro, de esa sumersión en el mundo propio, brotan versos, no se le ocurrirá a usted preguntar a nadie si son buenos versos. Tampoco hará intentos de interesar a las revistas por esos trabajos, pues verá en ellos su amada propiedad natural, un trozo y una voz de su vida. Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad.

8-No sabría darle más consejo que éste: entrar en sí mismo y examinar las profundidades de que brota su vida: en ese manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear. Tómela como suene, sin interpretaciones. Quizá se haga evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera. Pues el creador debe ser un mundo para sí mismo, y encontrarlo todo en sí y en la naturaleza a que se ha adherido.
Pero quizá, después de ese descenso en sí y en su soledad, deba renunciar a llegar a ser poeta, tampoco entonces habrá sido en vano este viraje que le pido. En cualquier caso, a partir de ahí, su vida encontrará caminos propios, y le deseo que sean buenos, ricos y amplios, mucho más de lo que puedo decir.

9-Los versos que tan amistosamente me ha confiado se los devuelvo ahora. Y le vuelvo a agradecer la grandeza y la cordialidad de su confianza, de la cual, mediante esta respuesta sincera dada según mi mejor saber, he tratado de hacerme un poco más digno de lo que, como desconocido, soy realmente.

10-Lo que se necesita, sin embargo, es sólo esto: soledad, gran soledad interior. Entrar en sí y no encontrarse con nadie durante horas y horas, eso es lo que se debe poder alcanzar.

11-Sólo son peligrosas y malas aquellas tristezas que se llevan entre la gente para ensordecerlas: como enfermedades que se tratan de un modo superficial y tonto, no hacen más que echarse para atrás, y vuelven a salir más temibles después de una pequeña pausa; y se concentran en el interior, y son vida, son vida no vivida, despreciada, perdida, en que se puede morir. 

12-No debe asustarse si se levanta ante usted una tristeza tan grande como nunca haya visto otra. ¿Por qué quiere excluir de su vida toda tranquilidad, todo dolor, toda melancolía, si no sabe lo que esas situaciones producen en usted?

13-Sin duda puede llegar a ser una buena cualidad si usted la educa. Debe llegar a ser sabedora, crítica. Pregúntele, en cuanto la duda quiera corromper algo, por qué algo es feo; exíjale pruebas y la encontrará quizá perpleja y cortada, quizá incluso irritada. Pero usted no ceda, exija argumentos y trátela así cada vez, atenta y consecuentemente, y llegará el día en que, de ser destructora, pasará a convertirse en su mejor trabajadora; quizá la más sensata de todas las cosas que trabajen en su vida.

14-El arte es un modo de vivir y uno, viviendo de cualquier manera, se puede preparar para él: en todo lo real se está más cerca y más vecino de él que en esos irreales oficios semiartísticos que niegan en la práctica la existencia de todo arte y lo atacan, como hace el periodismo, y casi toda la crítica, y tres cuartas partes de eso que se llama y quiere llamarse literatura.

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