La cuestión de la escritura y la lectura | por Paulo Freire ~ Bloghemia La cuestión de la escritura y la lectura | por Paulo Freire

La cuestión de la escritura y la lectura | por Paulo Freire







"La Pedagogía del oprimido, deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación". 
 -Paulo Freire .
                                    


Texto del filósofo y educador brasileño Paulo Freire. 


Por: Paulo Freire

Que nos guste o no nos guste leer está relacionado con la propia experiencia intelectual. No tengo ninguna duda de que la escuela no es la única responsable, pero una de sus tareas primordiales debería ser estimular el gusto por la lectura en los alumnos. Y no siempre lo hace. Por otra parte Brasil —no sólo Brasil, pero me referiré a nuestro caso— ha vivido una experiencia bastante dramática. Brasil intensificó la comunicación visual a través de la televisión en vez de ayudar a quienes no tenían experiencia de lectura a superar esa dificultad. Es decir que la televisión llegó al país cuando la gente todavía no conocía la lectura. Nosotros tenemos una cultura preponderantemente oral en ciertos lugares, mientras que en otros hay una cultura oral… no preponderante, pero oral al fin. Para que tengan una idea, en 1968, célebre año de la sublevación de la juventud en el mundo, yo estaba exiliado en Chile y la Unesco me llamó a París. Viajé allí en junio de 1968, es decir, un mes después del estallido, que fue en mayo. Llegué a París en junio. El levantamiento estudiantil en París y en el resto del mundo había sido en mayo —y todavía continuaba— y yo compré (entre folletos y libros) veinticinco trabajos que hablaban del fenómeno ocurrido un mes atrás. ¡Esa es la experiencia de una cultura gráfica! Las experiencias que tuvimos aquí, en esta fantástica ciudad de Recife antes del golpe, todavía no fueron escritas. Por ejemplo, ¿cuántos libros fundamentales tenemos sobre el MCP  en Brasil, en Pernambuco para ser más precisos? No llegan a tres, tal vez ni siquiera a dos. Tenemos algunos artículos y ensayos: yo mismo escribí uno… Una de las cartas del libro Cartas a Cristina es sobre el MCP… Pues bien, en París, en junio de ese año, compré veinticinco publicaciones sobre los acontecimientos de mayo. Estamos en 1997 y no contamos ni siquiera con tres libros sobre una de las cosas más importantes que tiene la cultura popular  de este país, que es y fue el MCP. No caben dudas de que el MCP fue una propuesta revolucionaria, consistente, fuerte, determinante… ¡Y no hay nada escrito sobre eso! Ni siquiera nosotros, que lo fundamos… Nos vamos a morir, ya se murieron algunos, y… 

Ahí está Germano Coelho, por ejemplo. Le mandé un mensaje diciendo que espero que se le pase pronto esa manía de ser prefecto… Eso no implica una falta de respeto hacia él ni hacia el hecho de ser prefecto, pero creo que todos esperamos que Germano Coelho se encierre en su biblioteca y escriba , durante un año, sobre su experiencia político-pedagógica. Y que llegue a ser prefecto también, pero que antes diga qué fue el MCP. Que Paulo Rosas escriba sobre el MCP, que Anita Paes Barreto, una de las intelectuales más serias no sólo de Recife sino de todo este país… ¡que Anita también escriba! Yo estoy buscando en San Pablo gente interesada en grabar memorias… ¡Nosotros no tenemos memoria! Y una de las características de nuestra cultura es precisamente la memoria más oral, que no se graba.

Para que tengan una idea de la oralidad de nuestra cultura, piensen que yo soy considerado, entre los intelectuales brasileños, como un escritor de bestsellers. ¿Ustedes saben cuál es la cantidad de ejemplares de una edición normal, digamos del libro de un joven escritor que recién comienza, en San Pablo? Tres mil ejemplares. ¡Quiere decir que un sujeto que vende tres mil ejemplares en un año en San Pablo es considerado un gran vendedor de libros! Brasil no compra ni vende ni lee muchos libros. 

Otro argumento para no leer es que los salarios de los maestros y las maestras, en este país, son por completo inviables. ¡Hay que ganar lo que ganamos nosotros! Y me incluyo en eso. Yo soy un intelectual, un docente atípico en Brasil, porque hago otras cosas: vendo libros, escribo, salgo, doy conferencias en Brasil y fuera del país… Y eso también significa dinero. ¿¡Pero imagínense si un sujeto que gana 400 o 500 reales va a andar comprando libros!? ¡Y cuantos menos libros compra, menos le gusta leer! ¡Y su defensa es no leer, si bien se piensa! 

Miren, la cuestión de que los docentes lean es una cuestión de política cultural en este país, y muy compleja, muy grave, que exige algo más que criticar a los docentes. Lo ideal sería que todos pudiéramos leer cualquier cosa, pero no siempre es posible. 

Pero si usted [se dirige al superintendente del Sesi de Pernambuco] me pregunta si soy completamente pesimista, le digo que no lo soy. Creo que la docencia en este país tiene, a veces, algo de magia. Por ejemplo, ¿cómo se explica que un hombre como usted haya dedicado su vida entera a esto? Si usted hubiera orientado hacia otra cosa su inteligencia y su habilidad para vivir y manejarse en el mundo con seriedad, no tengo dudas de que habría ganado mucho más dinero. Y sin embargo usted se quedó ahí y ahí continúa… y espero que no abandone… Es mi caso también, y es el caso de todos nosotros. Quiero decir que hay algo… No le voy a decir que es una vocación, que es un sacerdocio, porque creo que no lo es. Me parece que eso del sacerdocio es una chicana para que no hagamos huelga. Pero en verdad este país le debe muchísimo a las así llamadas «maestras legas» que compran, con los 15 reales que ganan por mes —a veces ganan un poquito más— las tizas que el municipio, que el Estado no provee. Yo creo que nosotros, al finalizar cada encuentro pedagógico, tendríamos que rendir homenaje a las maestras y los maestros de este país, no a los académicos sino sobre todo a los que atraviesan la situación más dura con sus salarios mínimos… ¡Ya habrán visto que hasta hay una propuesta de un paraibano de salarios diferentes! ¡Qué cosa horrible! Me sentí profundamente ofendido, ayer, cuando me enteré de los dos salarios… El salario más «sinvergüenza» es para el empleado público, el docente…

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