Las Alegorías de Platón: el sol, la línea y la caverna ~ Bloghemia Las Alegorías de Platón: el sol, la línea y la caverna

Las Alegorías de Platón: el sol, la línea y la caverna









 Textos y explicación de tres alegorías del filosofo griego Platón.     






1. La metáfora o alegoría  del sol

"—También decimos que hay algo Bello-en-sí y Bueno-en-sí [...] y llamamos a cada una «aquello que es»." "[...] de unas decimos que son vistas pero no pensadas, mientras que a su vez, las Ideas son pensadas, pero no vistas." "—¿Has advertido que el artesano (demiourgós) de los sentidos modeló (demioúrgesen) mucho más perfectamente la facultad (dýnamis) de ver y ser visto?" "[...] el sol no es la vista, pero siendo su causa, es visto por ella." "—Del mismo modo piensa así en lo que conviene al alma: cuando fija su mirada en objetos sobre los cuales brilla la verdad (alétheia) y lo real (to ón), lo piensa, conoce y parece tener inteligencia (nous). Pero cuando [se vuelve] hacia lo sumergido en la oscuridad, lo que nace y perece, entonces opina (doxázei) y ve débilmente opiniones (dóxas) que la hacen ir de aquí para allá, y parece no tener inteligencia. [...] —Entonces, lo que aporta la verdad de las cosas cognoscibles y al que conoce lo otorga la facultad [de conocer], puedes decir que es la Idea del Bien. [...]" "[...] así como dijimos que era correcto tener a la luz y a la vista como afines al sol, pero sería erróneo creer que son el sol, ahora es correcto considerar que ambas cosas, la verdad y el conocimiento, son afines al Bien, [...]."



a) Así como es por la luz del sol que lo visible se hace evidente a los ojos, así es por la luz de la verdad y el ser - en contraste con el crepúsculo del devenir y perecer - que se hace la naturaleza de la realidad. aprehensible para el alma. b) Así como se puede decir que la luz y la vista son como el sol y, sin embargo, no el sol, así también se puede decir que la ciencia y la verdad son como el Bien y, sin embargo, no el Bien; es por el sol que hay luz y vista, y es por el bien que hay ciencia y verdad. c) Así como el sol es autor de sustento y generación, así el Bien es autor de ser y esencia. Así, el Bien está más allá del ser y es la causa de toda existencia.

2. La metáfora de la línea


 "-Toma, pues, una línea que esté cortada en dos segmentos desiguales y vuelve a cortar cada uno de los segmentos, el del género visible y el del inteligible, siguiendo la misma proporción. Entonces tendrás, clasificados según la mayor claridad u oscuridad de cada uno: en el mundo visible, un primer segmento, el de las imágenes. Llamo imágenes ante todo a las sombras y, en segundo lugar, a las figuras que se forman en el agua y en todo lo que es compacto, pulido y brillante y a otras cosas semejantes, si es que me entiendes.
-Sí que te entiendo.
-En el segundo pon aquello de lo cual esto es imagen: los animales que nos rodean, todas las plantas y el género entero de las cosas fabricadas.
-Lo pongo -dijo.
-¿Accederías acaso -dije yo- a reconocer que lo visible se divide, en proporción a la verdad o a la carencia de ella, de modo que la imagen se halle, con respecto a aquello que imita, en la misma relación en que lo opinado con respecto a lo conocido?
-Desde luego que accedo -dijo.
-Considera, pues, ahora de qué modo hay que dividir el segmento de lo inteligible.
-¿Cómo?
-De modo que el alma se vea obligada a buscar la una de las partes sirviéndose, como de imágenes, de aquellas cosas que antes eran imitadas , partiendo de hipótesis y encaminándose así, no hacia el principio, sino hacia la conclusión; y la segunda, partiendo también de una hipótesis, pero para llegar a un principio no hipotético y llevando a cabo su investigación con la sola ayuda de las ideas tomadas en sí mismas y sin valerse de las imágenes a que en la búsqueda de aquello recurría .
-No he comprendido de modo suficiente -dijo- eso de que hablas.
-Pues lo diré otra vez -contesté-. Y lo entenderás mejor después del siguiente preámbulo. Creo que sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios similares dan por supuestos los números impares y pares, las figuras, tres clases de ángulos y otras cosas emparentadas con éstas y distintas en cada caso; las adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, y no se creen ya en el deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los demás con respecto a lo que consideran como evidente para todos, y de ahí es de donde parten las sucesivas y consecuentes deducciones que les llevan finalmente a aquello cuya investigación se proponían.
-Sé perfectamente todo eso -dijo.
-¿Y no sabes también que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren, pero no pensando en ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo, por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y de su diagonal, pero no acerca del que ellos dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, las cosas modeladas y trazadas por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en el agua, las emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver aquellas cosas en sí que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento?
-Tienes razón -dijo.
XXI. -Y así, de esta clase de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su investigación se ve el alma obligada a servirse de hipótesis y, como no puede remontarse por encima de éstas, no se encamina al principio, sino que usa como imágenes aquellos mismos objetos, imitados a su vez por los de abajo, que, por comparación con éstos, son también ellos estimados y honrados como cosas palpables.
-Ya comprendo -dijo-; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines a ella.
-Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a que alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio de todo; y una vez haya llegado a éste, irá pasando de una a otra de las deducciones que de él dependen hasta que de ese modo descienda a la conclusión sin recurrir en absoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las ideas tomadas en sí mismas, pasando de una a otra y terminando en las ideas.
-Ya me doy cuenta -dijo-, aunque no perfectamente, pues me parece muy grande la empresa a que te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la visión del ser y de lo inteligible que proporciona la ciencia dialéctica que la que proporcionan las llamadas artes, a las cuales sirven de principios las hipótesis; pues, aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar los objetos por medio del pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no investigan remontándose al principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te parece a ti que no adquieren conocimiento de esos objetos que son, empero, inteligibles cuando están en relación con un principio. Y creo también que a la operación de los geómetras y demás la llamas pensamiento, pero no conocimiento, porque el pensamiento es algo que está entre la simple creencia y el conocimiento.
-Lo has entendido -dije- con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos estas cuatro operaciones que realiza el alma: la inteligencia, al más elevado; el pensamiento , al segundo; al tercero dale la creencia y al último la imaginación ; y ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos participa tanto más de la claridad cuanto más participen de la verdad los objetos a que se aplica.
-Ya lo comprendo -dijo-; estoy de acuerdo y los ordeno como dices."

Una línea se corta en dos partes desiguales y cada una de ellas se vuelve a dividir en la misma proporción. Las dos divisiones principales corresponden al mundo inteligible y al mundo visible. Una sección de la división visible consta de imágenes, es decir, sombras y reflejos, y se accede a través de la imaginación. La otra sección superior en la división visible consiste en detalles sensibles y se accede a través de la creencia. Una sección de la división inteligible consiste en Formas y se accede a ella a través del pensamiento, pero a través de particulares e hipótesis sensibles, como cuando los geómetras usan una imagen de un triángulo para ayudar a razonar sobre la triangularidad, o apelan a axiomas para probar teoremas. La otra sección superior en la división inteligible también consta de Formas, pero se accede a ella mediante la comprensión, una ciencia puramente abstracta que no requiere ni particulares sensibles ni hipótesis, sino sólo un primer principio no hipotético, a saber, la Forma del Bien.El propósito de la educación es mover al filósofo a través de los distintos tramos de la línea hasta llegar a la Forma del Bien.

3. La metáfora o alegoría de la Caverna

Traducción:  Conrado Eggers Lan

“—Compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar por encima del biombo. (…) Imagínate ahora que del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
—Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
—Pero son como nosotros. (…)
—Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, que pasaría naturalmente si les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado de tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora? (…) Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
—Así es.
—Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos? (…) Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. (…) Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito. (…) Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. (…) Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus antiguos compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería? (…) Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿0 más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida? (…)  Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol? (…) Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena Intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacía la luz, ¿no lo matarían, sí pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?”

Los seres humanos han pasado toda su vida en una cueva o guarida subterránea que tiene la boca abierta hacia la luz. Tienen las piernas y el cuello encadenados para que no puedan moverse, y solo pueden ver frente a ellos, hacia la parte posterior de la cueva. Encima y detrás de ellos arde un fuego, y entre ellos y el fuego hay un camino elevado a lo largo del cual hay un muro bajo. Los hombres pasan por la pared llevando todo tipo de estatuas, y el fuego arroja las sombras de estas estatuas al fondo de la cueva. Todo lo que ven los prisioneros son las sombras, por lo que suponen que las sombras son los objetos mismos.

Si un prisionero se desencadena y se vuelve hacia la luz, sufre dolores agudos, pero con el tiempo comienza a ver las estatuas y pasa de la etapa cognitiva de la imaginación a la de la creencia. Luego, el prisionero es arrastrado fuera de la cueva, donde la luz es tan brillante que solo puede mirar las sombras, luego los reflejos y finalmente los objetos en sí: esta vez no estatuas, sino objetos reales. Con el tiempo, mira hacia el sol y comprende que el sol es la causa de todo lo que ve a su alrededor, de la luz, de la visión y de los objetos de la visión. Al hacerlo, pasa de la etapa cognitiva del pensamiento a la del entendimiento.

El propósito de la educación es arrastrar al prisionero lo más lejos posible de la cueva; no para infundir conocimiento en su alma, sino para volver toda su alma hacia el sol, que es la Forma del Bien. Una vez fuera de la cueva, el prisionero se muestra reacio a descender a la cueva y participar en los asuntos humanos. Cuando lo hace, su visión ya no está acostumbrada a la oscuridad, y parece ridículo a sus semejantes. Sin embargo, se le debe hacer descender de nuevo a la cueva y participar de los trabajos y los honores humanos, ya sea que valga la pena hacerlo o no. 


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